Josep Miquel Vidal Hernández, en el prólogo a su libro de fotografías "Imatges de vida viscuda", afirmó: "Tal vegada hauríem d'aprendre a forjar aquestes èpoques plenes d'il·lusions sense necessitat de passar abans per una època de foscor". Durante los años 70, los que vivimos la Transición la recordamos como un momento histórico de grandes expectativas. La gente se unía para conseguir un cambio hacia la libertad, la democracia y el progreso, en un país traumatizado por la Guerra Civil y posterior represión de la dictadura.
En las fotos se reconoce a gente que hacía cosas, organizaba actos colectivos, celebraba de diferentes maneras el hecho de estar ahí; compartiendo proyectos, sueños y certezas. Es verdad que aquellas ansias de transformarlo todo y aquella ilusión juvenil, se fueron quedando empequeñecidas por el camino. Hubo algunas decepciones, fracasos y demasiados abusos de confianza… Pero España cambió positivamente durante esos años y solo el terrorismo – que se cobró cientos de vidas - parecía estropear el clima de sana convivencia, conseguido dentro del marco de la Constitución y la Comunidad Europea.
Pero hoy estamos aquí, en un tiempo completamente nuevo y desolador, que ha sustituido certezas por interrogantes, angustias y dudas, acerca de nuestro inmediato futuro. Época de sombras y temores difusos. Antes, se tenían que revelar las fotografías en un cuarto oscuro, procurando no velar el carrete; hoy, las cámaras digitales han multiplicado por un millón, las imágenes instantáneas y el número de fotógrafos potenciales. Todo ese material gráfico se comparte en las redes sociales o virtuales. Es la inmediatez de la Historia.
Todos enganchados, conectados, enredados. Las cosas van demasiado deprisa. Millones de videos circulan por autopistas de información. Las pausadas cartas con sello, de aquellos años, se han tornado electrónicas y frenéticas misivas sin cartero. Muy efímero parece casi todo. Del profesor que sabía demasiado, se ha pasado al profesor multitarea, que guía el aprendizaje de sus alumnos para que no se pierdan en una vorágine de contenidos y recursos ilimitados. Materiales que se ofrecen y crecen sin cesar, en la Web 2.0.
Cuando todo va tan rápido, la administración de Justicia siempre nos parece lenta. Algunos medios, agitan a la opinión pública, que condena por anticipado siguiendo la vieja Ley de Linch. ¿Para qué tantas garantías y prevenciones? Desconfiamos y pensamos que los juicios sumarísimos arreglarían las cosas o, por lo menos, calmarían nuestra rabia e impotencia ante tal situación. Cuando oyes hablar de "rearme moral" te pones nervioso. Por lo de rearme, claro. Sin legalidad, no hay democracia ni libertad que merezcan la pena.
Países que se descontrolan y quedan atrapados por una espiral de violencia. Puede que se creyesen inmunes; que pensasen que estaban delante de una gran oportunidad histórica; que con ellos no iba a correr la sangre…pero las raíces suelen ser subterráneas, y nadie las ve crecer hasta que la situación estalla y se desborda...
En aquellos lejanos años de la Transición, no existían los teléfonos móviles, ni Google, Twitter o Facebook. La gente se encontraba en las calles, plazas y locales, para verse y comunicarse en vivo y en directo. Todo era mucho más lento y limitado.