Desde al año 1993, el 15 de mayo es el día internacional de este magnífico grupo humano al que denominamos familia
Existen diferentes atribuciones al origen latino de esta palabra. Por un lado se defiende que es un derivado de "famulus", siervo, y por otro lado se habla de que proviene de "fames", hambre.
Ambos términos son coherentes en lo que en su origen fue "la familia", ese conjunto de personas que viven bajo un mismo techo subordinadas a un superior común y unidas por vínculos que se derivan de la ley natural, siendo una de las indicaciones fundamentales el promover las necesidades cotidianas de sus miembros.
Pero la familia ha sufrido transformaciones, las mismas que han hecho cambiar nuestro entorno y con ello muchas de nuestras costumbres. Aún así, no solo es el pilar fundamental de nuestra sociedad sino también el eje dinámico. Quizá las familias, desde un punto de vista organizativo, no son las mismas que antaño ya que se han llegado a contabilizar más de 20 tipos de familias, pero lo que no cabe duda es que siguen siendo el lugar idóneo para la formación integral del individuo. La familia es la que nos da la clave de considerar el hecho de vivir como algo importante, como una oportunidad.
Los afectos, las enseñanzas, las costumbres, los valores... son semillas de la familia y nos permiten ser, ponernos en el mundo, dar una razón a nuestra existencia, sentirnos amados e importantes para otros.
Hablar de familia en la actualidad nos lleva a hablar de diversidad. En mi opinión la participación de los padres en la educación de los hijos, más allá de la situación familiar, debe ser considerada esencial y fundamental, pues son ellos los que ponen la primera piedra de ese importante edificio que marcará el futuro de cada ser humano.
Mucho podría extenderme en hablar de lo que la familia es y supone para el ser humano, para la convivencia y para la sociedad, pero en un día como hoy, me gustaría pensar en aquellos menores que por razones varias no cuentan con este soporte humano tan importante para su desarrollo y en aquellas personas que, por diferentes motivaciones, pero sobre todo por su humanidad y generosidad, hacen posible darles el cobijo que necesitan y se convierten en las llamadas familias de acogida.
Los menores de edad que, por razones de incapacidad de los padres para cuidarlos, o bien por motivos de convivencia, desprotección, maltrato o desamparo, han de dejar su núcleo familiar, son asignados por la Ley de Protección del Menor a la Administración Pública. Ésta ejerce su potestad con los medios que tiene y cuida de que los menores estén protegidos y se desarrollen de acuerdo a lo establecido por la Ley. En el año 1987 la propia Ley introduce la figura de la familia de acogida como un recurso para la protección del menor en un contexto seguro, permanente y estable de forma temporal o definitiva.
De esta forma los acogimientos pueden ser simples (correspondientes a un tiempo corto), permanentes (sin límite específico de tiempo) o pre-adoptivos. Importante es señalar que la guarda de estos niños dependerá de la familia de acogida. pero no la tutela, que seguirá siendo de la administración pública competente en materia de protección de menores.
Es difícil realmente tomar la decisión de ser familia de acogida, ya que la emotividad que se genera en la relación de la familia con el menor, hace muy difícil la separación en el momento que el acogimiento llega a su fin, bien por volver a la familia de origen, bien por pasar a una adopción o bien por llegar el menor a la mayoría de edad. Por ello el mérito de estas familias es doblemente importante.
Siendo importantísima la labor que lleva a cabo para el correcto desarrollo, crecimiento y educación, en España no se conoce bien este recurso por parte de la sociedad.
En Menorca, dentro del programa que se lleva a cabo desde el Servicio Insular de Familia dependiente del Departamento de Bienestar Social, contamos con once familias solicitantes de acogimiento familiar, de las que cuatro tienen ya un menor acogido. En épocas difíciles como las que vivimos, donde la crisis económica provoca daños colaterales en la estructura social y familiar, es más importante que nunca proteger a los menores y ofrecerles la oportunidad de vivir en un ambiente familiar que les permita desarrollarse adecuadamente.
No pensemos que aquí no tenemos este tipo de problemas ¡claro que los tenemos! En la actualidad 47 niños están bajo la tutela de la Administración. Los casos y las situaciones son muy diversos y llegan niños de todas las edades. El año pasado, sin ir más lejos, un recién nacido cuyos padres no podían hacerse cargo de él por motivos, aunque parezca difícil de entender, justificados. Padres que decidieron no abortar pero quisieron que su hijo tuviera una vida digna. Mientras se le asignaba una familia adoptiva, el bebé quedó al cuidado de una familia de acogida. Este niño ha tenido un gran comienzo en su vida, aún con la desventaja inicial.
Les animo pues a acercarse a esta experiencia de ser familia de acogida.
Pueden consultar la página web www.cime.es o dirigirse al Servicio Insular de Familia en la calle Vasallo, nº33A, teléfono 971 361 212