Pese a que la presencia británica en Menorca se remonta al desembarco en Alcaufar y Punta Prima de 1708, tras el que las tropas invasoras comandadas por James Stanhope asediaron y conquistaron el Castillo de San Felipe, y con él toda Menorca, la fecha del 13 de julio de 1713 y por el Tratado de Utrecht, es la que marca formalmente para la historia, la cesión por parte del reino de España de la soberanía de Menorca, y la propiedad y uso del Peñón de Gibraltar a favor del reino Unido de la Gran Bretaña.
Trescientos años han transcurrido desde entonces. España recuperó en 1802 la soberanía de nuestra isla, pero la Unión Jack sigue ondeando en Gibraltar.
La mayoría de historiadores coinciden en indicar que la diferencia en los destinos históricos de ambos territorios es consecuencia directa de las distintas posibilidades defensivas de ambos lugares.
La demolición del Castillo de San Felipe ordenada por Carlos III (garrafal metedura de pata) dejó a Menorca militarmente indefendible ante cualquier desembarco y ataque (como quedó demostrado en 1898), mientras que Gibraltar tenía sus estructuras defensivas intactas.
Gibraltar resistió los intentos de conquista, (mostrándose inexpugnable), mientras que cada vez que San Felipe era asediado, acababa en manos de los atacantes (por motivos diversos)
La importancia geopolítica que el puerto de Mahón había tenido a lo largo del XVIII quedaba manifiestamente mermada por la destrucción del castillo, por lo que los británicos debieron considerar prescindible su uso como base naval, ya que además disponían para ello de Malta, con su magnífico puerto de La Valetta, y sus defensas en perfecto estado.
Con respecto a Gibraltar hay que poner de manifiesto que (a diferencia de Menorca) el Reino de España no cedió su soberanía, sino únicamente su propiedad y uso, que no es lo mismo.
Fueron cedidas la ciudad, castillo, puerto y fortalezas, sin jurisdicción territorial de ninguna clase, pero no el istmo, en el que se ha construido por parte de la Gran Bretaña, y ante la pasividad del reino de España, un aeropuerto.
Ello ha dado asimismo pie a los Británicos a reclamar un "espacio aéreo" a todas luces ilegal, y una jurisdicción sobre las aguas que rodean Gibraltar que es (a todas luces) una apropiación unilateral carente de base jurídica.
Los diversos intentos de los gobiernos españoles (desde la época franquista hasta hoy) para conseguir la recuperación de este territorio han resultado infructuosos. Y las cláusulas del Tratado de Utrecht que contemplan una hipotética reversión al Reino de España de la Roca han quedado manifiestamente despreciadas por la unilateral decisión del gobierno británico, en el año 2006,de ceder a la población gibraltareña el poder de decidir sobre la retrocesión a España (lo que evidentemente ellos no desean).
Este anacronismo sigue en la Europa del siglo XXI, y hoy se cumplen los 300 años del tratado que cambió nuestra Historia
PS: si Gibraltar fuese chino, (en vez de español) ya lo habrían devuelto (véase el ejemplo de Hong Kong del que salieron los británicos sin rechistar).