Dado que a continuación voy a verter alabanzas sobre personas que son miembros del Partido Popular y leerán de mi pluma pronunciar reproches a individuos que pertenecen al PSOE y/o al PSM, y dado que conozco la querencia generalizada a adjudicar una ideología "X" a quien aplaude una acción atribuible a algún miembro del partido "X", y una ideología "Y" a quien la reprueba, haré una confesión previa, innecesaria para quienes me conocen suficientemente y que posiblemente será objeto de desdén para muchos de mis desconocidos; una confesión perfectamente prescindible en definitiva, pero que haré de todos modos (soy cabezota).
Artículo primero: desde Aznar a Floriano, pasando por Don Mariano, por Pons, Zaplana, Trillo, La Cospe, Álvarez Cascos y un interminable etcétera, puedo decir de ellos que me merecen sin excepción un sincero desprecio. Opino que España, y posiblemente el planeta tierra, habría sido mejor si se hubieran dedicado a sus propios asuntillos (aunque en realidad quizás sea a eso precisamente a lo que se han estado dedicando). Opino incluso que una buena metáfora sobre su papel en nuestras vidas estaría representada por la imagen de una cepa de bacterias que hubiesen colonizado las tripas del Estado hasta convertirlas en heces prematuras.
Artículo segundo: siento respeto por Felipe González, Solana, Maravall, Solchaga, Ángel Gabilondo, Almunia, Tirso Pons y cuatro gatos más del PSOE, mientras me avergüenzo de haber votado en su día a un partido que cuenta en sus filas con Zapatero, sus satélites aduladores, sus ministros/as (adictos entusiastas del encefalograma plano), con Griñán y otro interminable etcétera de tontorrones y/o listillos.
Artículo tercero: sobre Tuni Allés nada diré (no tengo palabras).
Dicho esto (como gustan repetir los tertulianos en los medios), puedo afirmar y afirmo que Águeda Reynés, Salvador Botella y Alejandro Sanz han hecho más por el puerto de Mahón en veinte meses que sus antecesores en veinte años. Menciono a estas tres personas porque han sido los interlocutores con que nos encontramos en las reuniones a que hemos sido convocados en el Ayuntamiento para intentar mejorar el puerto.
La lección para los equipos anteriores sería, desde mi perspectiva, clara: hacer de Don Tancredo no siempre sale rentable (como ya demostraron ellos mismos, y está a punto de demostrarnos Mariano). No es conveniente estar veinte años viendo cómo se degrada una parte importante de la ciudad que tienes encomendada, y hacerte el sueco. No se puede tener tres lustros en stand-by un ascensor que ha demostrado en pocos días ser una herramienta imprescindible para la salud del puerto. No se puede ser lento hasta lo inverosímil en eso mientras se es extremadamente rápido y eficiente en la construcción de una cárcel por ejemplo, porque nos hace sospechar que las ruinas que engalanan nuestra rada podrían haber merecido el mismo impulso enérgico que recibió el penal, y ahora tendríamos un hotelito de cinco estrellas en el Rocamar, unos apartamentos de lujo en el Hostal Miramar, quizás un restaurante en la langostera y … para qué seguir, pregunten a Port Sostenible.
Otro elemento que hace singularmente plausible la actitud para con el puerto del equipo de gobierno en el actual Ayuntamiento, es que su valiente búsqueda de soluciones (tropiezos incluidos) ha tenido que remar incluso contra la corriente de una Asociación de Comerciantes y Artesanos anclada en el status quo. Una Asociación que proponía aparcar los coches en batería y lindezas por el estilo, una Asociación que ha asistido a la disminución progresiva de la actividad comercial (hace quince años el puerto facturaba el doble que hoy día) sin intentar investigar vías nuevas. Una asociación que no ha comprendido que el "Virgencita, que me quede como estoy" resulta a veces vergonzante.
Desde que se han instalado las jardineras, creo que cualquiera puede comprender que el futuro del puerto pasa por defenestrar paulatinamente el reino de la combustión, substituyéndolo por las "mesas con vista" y el paseo relajante (un buen servicio debe incluir la posibilidad de gozar del paisaje, ya que en nuestro caso es de relevante belleza).
Opino que el camino emprendido es el bueno. Espero que esta vez, los avances conseguidos no se desmonten de cara a la próxima temporada por la presión de los ortodoxos. Propongo un próximo paso adelante en el sentido de implementar una dirección única en el puerto (de poniente a levante) que rebaje otro punto la densidad de vehículos en circulación.
Solo me resta confesar (y van dos) que el título de este artículo tiene solo una relación tangencial con la sustancia del presente escrito. Ello se debe a que el encabezamiento pertenecía a un texto que jamás aparecerá impreso porque se desvaneció en los sopores de una siesta, mientras que la reflexión que acaban de leer no encontraba en mi mente un icono plausible que la representara. La creatividad es lo que tiene: uno es libre (sin necesidad de ser grande).