Conocí a Dulce en la grabación de un programa de la TVG hace muchos años y desde aquel momento surgió una amistad sólida y mucha complicidad en lo musical y en lo personal.
Fue siempre una persona muy generosa conmigo, una mujer frágil y fuerte a la vez. El canto, su canto y el mío es una especie de catarsis, el lugar donde nos gusta estar, un refugio, lo que nos aporta paz y energía, lo que nos acerca al paraíso y a los infiernos. No es fácil subir al escenario con el instrumento incorporado en nuestro cuerpo, pero esa es nuestra misión en la vida y así lo asumimos.
Dulce tiene pájaros en la garganta, le nacen alas en las manos que acarician el piano, cuando compone y canta la sobrecogedora 'A Voz do Poeta', el disco que más me emociona de Dulce. "O Primeiro Canto", o nuestras colaboración bellísima. En mi disco 'Danza das Areas' un tema tradicional gallego: 'A Rula' en su disco triple: 'O coração tem tres portas', dos temas impresionantes. 'Tenho uma casa no Sul', y 'O meu Porto de Graal'. Y los que vendrán de la mano del pianista argentino que ahora la acompaña Juan Carlos Cambas para 'A Viaxe', donde nos reunimos tres culturas riquísimas, la argentina, la portuguesa y la gallega.
Pero seguramente los mejores momentos vinieron cenando en casa de Juanka, o en nuestro querido Dezaseis en Santaigo de Compostela, porque nada hay tan gratificante y espontáneo como arrancarse a cantar con el corazón en la mano y saborear cada sílaba, diciendo canciones que recuperamos ahora cuando llegamos a apreciar el placer de compartir el canto con alguien que tiene la misma querencia y pasión por Zeca Afonso, Amália, la buena música venga de donde venga, cantar con un 'copinho de vinho' delante, a ella que gusta de cantar conmigo y se apasiona con el canto del otro. Nos une el mismo amor por la música que sale de lo más hondo, del origen incluso de lo que somos a día de hoy, de nuestra cuna 'galaico-portuguesa'.
Texto para reforzar nuestra hermandad que está en mi último disco 'Meu Canto' pero es toda una declaración de principios, un manifiesto que ambas podríamos asumir.
Dejar volar la voz hasta posarla allá donde es preciso sosiego y calma. Siento que nuestro canto es una misión inexcusable y que la música desgarra, agita y arrebata y, como en el sexo, despierta en nosotros lo más instintivo y primario. En el canto, la música desvela nuestro 'yo' más puro e inocente, lo que está limpio de artificios y máscaras. Anduvimos este largo camino para aprender a mirarnos, a querernos y a reconocernos en aquello que interpretamos. Y llegando a esta edad madura en que las cuerdas vocales ya van perdiendo extensión, vamos quizá huyendo del virtuosismo exhibicionista, para hacernos más limpias y transparentes porque sabemos que no hay nada más sofisticado que lo esencial, nada más verdadero que la expresión que sale de lo más hondo de nosotras. Para cumplir esta 'misión' procuramos la guitarra fiel y cómplice de Sérgio Tannus, un delicado músico 'brasilego' que sabe pulsar la cuerda de la emoción, sentir y respirar al unísono, iluminar nuestro canto en cada acorde con su alma generosa y amiga y una sonrisa permanente, a prueba de cualquier tempestad.
Mi canto es también suyo y de quien durante estos años todos me brindó su aliento para seguir cantando y no desmayar nunca. Reinventándonos, resucitando, resistiendo y amando mucho este oficio sagrado y sabiendo, como dice Ferreira Gullar, que 'o canto não puede ser uma traição à vida, y solo es justo cantar si o nosso cuanto arrasta consigo as pessoas as coisas que não têm voz'
"Graciñas", Dulce querida, por todo, por tanto, por tu humanidad, por lo que nos queda por cantar y vivir...