El Ayuntamiento de Es Migjorn se decidió a llevar a cabo una experiencia piloto para permitir que los propietarios de mascotas puedan acudir con ellas a dos playas de su municipio, Binigaus y Cala Fustam. Era una decisión susceptible de críticas, en unos tiempos en que la crisis del civismo y la pérdida de valores en la convivencia parecen requerir cada vez más prohibiciones por parte de las administraciones públicas. La experiencia hasta ahora ha resultado un éxito y el Ayuntamiento de Pere Moll merece una felicitación por ello. La convivencia se basa en la responsabilidad de las personas en cualquier espacio público. Por eso, si los propietarios de los perros, como sucede en la mayoría de los casos, los han educado y aplican los criterios lógicos para que la arena y la playa continúen limpias, es mucho mejor la autorización que no la prohibición. Es interesante avanzar en esta experiencia, aplicar los cambios que haga falta, darle difusión, convertirla en un factor positivo para la actividad turística, y potenciar el ejemplo de convivencia que representa. Quienes han conseguido este buen resultado habrán de velar también para que actitudes poco respetuosas con los demás y con el medio ambiente no perjudiquen un plan que se ha de impulsar.
Editorial
Mascotas en la playa, un acierto de Es Migjorn