Siete años ha tardado la Justicia en celebrar la vista oral por un juicio de tráfico de drogas. Al final la dilación indebida es causa de reducción de la condena, que los imputados aceptan sin problemas. El mismo día, se archiva el caso por un presunto delito de estafa debido a que ha prescrito. La Audiencia desplazada a Maó ayer ventiló los dos juicios en poco tiempo. El retraso en la administración de justicia tiene efectos muy negativos. Los condenados ahora con penas mínimas por un caso de tráfico de drogas de 2006 estuvieron unos pocos días en la cárcel después de su detención y ahora, a pesar de la importancia del caso, con una incautación de 739 gramos de cocaína, la sentencia impone una pena menor de la que correspondería si el juicio se hubiese celebrado en el momento oportuno. La importancia de los casos de corrupción no puede servir de justificación para que el resto de causas se retrase en exceso. Jueces decanos y representantes de la abogacía han reclamado en numerosas ocasiones más medios para poder dar salida a los expedientes que esperan durante años. También es posible que personas procesadas se hayan rehabilitado y la condena sea injusta. En cualquier caso, es cierto el principio de que la justicia lenta deja de ser justicia.
Editorial
Consecuencias del retraso judicial incomprensible