A usted, su pareja, que es muy cumplimentosa, le dice con regularidad lo guapo que es. Usted asume que su pareja se lo cree, que realmente su aspecto le resulta agradable. Incluso, ante tanta insistencia, se llega a creer usted que es objetivamente guapo. Pero resulta que un día va al barbero, se afeita, se pone la camisa que le trajeron los Reyes y apenas ha usado por pereza de plancharla, y su pareja le suelta: «Mira, hoy sí que estás guapo». Entonces se desatan todas las alarmas, porque si hoy sí que está guapo, ¿es usted guapo de serie? ¿A su pareja le parece estéticamente agraciado en cualquier tipo de condiciones? Se le antoja que quizás su pareja ha fingido para tenerlo contento y feliz.
Lo mismo ha sucedido con dos controvertidos asuntos de respeto ambiental en cuestión: el dragado y la reforma de la carretera general entre Maó y Alaior. Nos aseguraron desde distintos frentes que el dragado cumplía todas las garantías posibles, y lo fueron repitiendo. Pero luego una fiscalía ordena que se rehaga parte del proceso e intervenga un árbitro para que haya todas las garantías posibles. Entonces, ¿aquellas garantías primeras, qué? Si ahora con el lifting oceanográfico sí estoy guapo, ¿es que antes era solo pasable o incluso tirando a feillo?
Con la Me-1, el Consell dijo y redijo que el impacto de media docena de rotondas soterradas tipo scalextric era mínimo, vamos, que ni nos íbamos a enterar. Ahora los que defendían el mínimo impacto se apuntan el tanto de la rebaja de este impacto (que no debía ser, pues, tan mínimo) por prescripción técnica. Como si nos dijeran, «ahora sí que estás guapo». Ay, ay, ay...
La duda que nos queda en todos estos casos es la misma: ¿Es verdad que ahora sí estamos guapos o nos doran la píldora de nuevo para que estemos tranquilitos y satisfechos?