Cómo es posible que Grecia necesite un tercer rescate? Luis de Guindos lo aventuraba el otro día con varias cifras. La más abultada, la de los 50.000 millones de euros. Quiero hacerles la precisión de que estamos hablando de un país europeo, Grecia, de 11 millones de habitantes. De ser cierta esta cifra y de ser cierto un nuevo rescate, la situación de la deuda griega puede ser dificilísima de amortizar, simplemente con tener que ir pagando los millonarios intereses ya tiene el gobierno de aquel país de qué preocuparse. Dicho esto, déjenme añadir que hace falta una continuidad de pésimos gobiernos, de gestores malos de solemnidad, para llevar a un país de 11 millones de habitantes a estas penurias económicas por no decir a la pura y dura bancarrota. Claro que tampoco es honrado endilgarle la catastrófica situación a una sucesión de malos gobiernos porque vamos a ver, esos gestores que en puridad son el gobierno, ¿quién los ha votado? Pues la ciudadanía. En consecuencia, los verdaderos culpables son quienes han elegido una y otra vez a personas negadas en el oficio de gestionar las arcas públicas.
Una vez puede una candidatura engatusar al electorado haciéndole ver buenas nuevas donde no hay más que espejismos. Entonces, ese electorado, podrá decir con razón que ha sido vilmente engañado. Pero si en las próximas elecciones generales se vuelve a votar a los mismos, no podrán seguir diciendo que los han vuelto a engañar. Los culpables en este caso ya no son el gobierno que han elegido, si no aquellos que lo eligieron con su voto equivocado en las urnas.
Lo que viene a socorrer a un gobierno de inútiles que el electorado ha vuelto a votar por esa peligrosa filosofía de que vale más un político mediocre, aunque sea corrupto, conocido que uno bueno y honrado por conocer. Craso error pues al cabo de muy pocas legislaturas, un país sometido a unos cuantos gobiernos de derrochadores se verá en la ruina y tanto dará que esté dentro del grupo euro como si está fuera del sistema. En cualquiera de los casos necesitará perentoriamente una línea de créditos, y como resulta que «a perro flaco todo son pulgas», los prestamistas pondrán unos intereses y unas condiciones draconianas. El gobierno clamará a los cuatro vientos que las drásticas medidas que han puesto en marcha asfixiando al personal, se deben a la pésima situación financiera que han heredado de un gobierno de tontos solemnes. Pondrán entonces la presión fiscal al límite dejando los derechos de los trabajadores bajo mínimos, creando como consecuencia de esta mala manera de hacerle frente a una crisis, unas desigualdades dramáticas y aun así, fíjense lo que les digo, podría darse el caso de ganar de nuevo las elecciones, borrando de cuajo toda posibilidad de seguir diciendo que el gobierno nos engaña. En este caso, quien se ha engañado a sí mismo, es el propio votante por erralla y no enmendalla.