En una Europa del siglo XXI, parece increíble que estén vagando por tierra y mar miles de personas cuyo bagaje patrimonial se reduce a lo único que llevan puesto. Esto sí que es viajar ligero de equipaje como otrora dijera Antonio Machado, aunque a decir verdad, tampoco él viajo con más ajuar.
Pensamos que lo de Siria nos pilla mucho más allá del horizonte y no es verdad. Ahora mismo ese horizonte de carne y hueso asustado, desamparado, está llamando a nuestra puerta. A nuestros abuelos, también les pilló la madrugada de los desastres que genera una política belicista camino de ultramar, para pedirle al presidente Cárdenas de Méjico, un poco de esperanza y un mucho de generosidad.
La imagen de un niño ahogado entre la arena y el mar en esa posición que tienen los niños cuando duermen, es el dedo que señala el egoísmo de aquellos degenerados que propician el éxodo de miles de personas, y lo consideran una buena inversión si les sirve para mantener sus indecentes prerrogativas.
Ahora dicen que el infierno no existe, sin embargo miles de desplazados sobreviven en él.