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Con derecho a réplica

Bragas rojas en la cabeza

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Último día del año. Como un rayo, visto y no visto, el 2015 se pira, se larga, se marcha, se jubila, se hace historia y pasado, ya nunca más volverá. Quedará un recuerdo de él en algún libro de historia, alguna reseña para que los alumnos del 2050 lean cuatro líneas que resuman los 365 días que nosotros ya no viviremos, es lo que hay, el pasa la vida y todo eso.

Estarán conmigo, queridos lectores, en que el ultimo día del año es algo puñetero, perdón que abuse de esta palabra algo viejuna, pero el libro de estilo me impide poner un adjetivo que le cuadraría mejor, quedando como «un día algo jodido» por ejemplo, vaya, ya lo he puesto, tengo que mejorar el filtro entre mi cabeza y lo que escribo para no tener más disgustos.

Y por qué el 31 de diciembre es un día difícil y complejo, porque nos obligan a cenar opíparamente sin darnos tiempo a recomponernos de la comilona navideña, porque tenemos que disfrazarnos de elegantes para después ponernos unas gafas de cartón y un collar hawaiano de plástico, porque lleguen a nuestro móvil decenas de absurdas felicitaciones en modo de chistes virales que te podrían llegar a ti o a una lechuga porque no tienen ni alma ni personalidad ¡Nooo! La razón principal de que el último día del año tenga un lado tenebroso es la imposición, marcada implícitamente, de tener que hacer listas.

Listas de errores para hacer balance de nuestro último año, en la vida real no hay tomas falsas, así que lo hecho, hecho está, y darle muchas vueltas solo produce mareos. Y listas para marcarnos retos para el año siguiente, ya conocen ustedes toda esa larga ristra de propósitos que duran menos que la gomita del gorro de cartón del cotillón comprado en algún bazar chino. Además las listas elaboradas como propósitos, metas o simplemente tareas a realizar, provocan estrés, ansiedad, sequedad de boca, diarreas, frustración y en los casos más agudos mala leche crónica y carácter agrio hasta decir basta.

Hay una manía casi obsesiva por hacer listas de todo tipo, y en estas fechas se acentúa aún más. Las listas elaboradas como rankings el estilo: las diez mejores películas del año, los cinco mejores deportistas, o las cinco modelas más bellas, solo sirven para ensalzar, y sobrevalorar a unos poquitos y despreciar a la gran mayoría.

Si miramos por ejemplo la lista de las búsquedas más frecuentes en Google durante el 2015, verá desde los atentados de Paris y la crisis en Grecia, hasta la última de Star Wars o la edición de los Oscar, pasando por la polémica del color de un vestido o los cotilleos de Gran Hermano 16, para que vean lo eclécticas, e incluso absurdas, que pueden ser las listas, pasando de lo trascendental a lo más estúpido en tiempo récord.

Empeñarse en hacer listas no lleva a nada bueno, mientras apuntamos todo lo que hicimos, todo lo que debemos hacer, o elaboramos rankings absurdos, la vida se va yendo de perfil, sin avisar, nos deja apuntando cosas en lugar de vivir momentos. Creo que es mejor despertar el día 1 de enero con unas bragas rojas, o unos calzoncillos, en la cabeza después de haber pasado un rato gozoso, intenso y feliz, que estar apuntando en un papel, o en la aplicación Block de Notas del teléfono móvil, las cosas que no aun no hemos vivido y que a saber si viviremos.

Sea como fuera, gracias a los que me publican por la oportunidad de ejercer el derecho a réplica, y gracias a los que me leen porque un texto sin lector no es nada. Feliz lo que venga y como venga para todos.

conderechoareplicamenorca@gmail.com

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