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Con derecho a réplica

Un matrimonio de Murcia que casi le vuelve loco

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Juan Mari Tribunas pensó durante muchos años que era esquizofrénico, en concreto pensaba que padecía esquizofrenia paranoide. Cierto es que no tenía ansiedad, ni ataques de ira, ni tampoco tenía ideas delirantes en exceso. Pero Juan Mari Tribunas pensaba que cumplía el requisito más común, famoso y determinante de la esquizofrenia paranoide, las alucinaciones auditivas. Exacto, escuchaba voces, y lo extraño del tema es que solo las escuchaba en su casa, ni por la calle, ni en el trabajo, ni de viaje, solo en su casa.

Los psiquiatras le hincharon a pastillas de todos los colores, incluso de colores que él ni sabía que existían. Los psicólogos buscaron algún trauma infantil, algo que su madre hizo durante el embarazo, como abusar del regaliz rojo, y que le hubiera marcado de por vida, los curanderos le hablaron de energías y espíritus, pero Juan Mari Tribunas, Tribu para los amigos, seguía escuchando voces. Algunos le decían que cambiara ese piso que estaba embrujado o algo parecido, pero después de pagar a tanto experto no tenía ni un euro para irse a otro sitio.

Hasta que un invierno muy frío, donde su piso parecía Invernalia, su intimo amigo Rómulo, que trabajaba en Ventanas y Cerramientos Rómulo e Hijos, decidió cambiar las cochambrosas ventanas del piso de Juan Mari Tribunas y le puso ventanas Climalit con doble acristalamiento. Fue acabar la obra y se terminaron las voces. Las voces de Juan Mari Tribunas eran reales, eran las de sus vecinos, un matrimonio de Murcia que vivía con los abuelos y sus siete hijos, y que hablaban a gritos por un problema de sordera de la matriarca de la familia. Sin embargo, durante años nadie dudo de lo que parecía la explicación más evidente, menos reflexiva, menos atrevida.

Esta historia deja claro que las apariencias engañan y mucho. Las apariencias son traidoras como ellas solas. Otro ejemplo tonto, aún más, de cómo las apariencias nos vacilan es fijarnos en que los mayores corruptos, ladrones, estafadores, chantajistas, defraudadores, explotadores y rufianes, vaya lista de sinónimos que me acabo de marcar gracias a Google, van con trajes italianos hechos a medida, van con gomina y perfumes caros, van con la manicura hecha y se dan masajes con final feliz, así que deberíamos desconfiar más de quien viste de esa manera que no de otra. Pero, oh paradoja, desconfiamos mas de los que llevan otro tipo de vestimentas o peinados. Vemos traje y corbata y decimos: ahí va una persona de la que me puedo fiar, ¿es que no hemos aprendido nada?
Tribu, a estas alturas del articulo ya le podemos considerar un amigo, vivió mal durante años porque tiro de evidencia, de tópico, de explicación fácil, y porque después se puso en manos de los expertos que le decían lo que tenía que hacer para acabar con su pesadilla. Solo el azar hizo que Tribu rompiera su maldición, y no esta mal, pero dejar en manos del destino la solución a los problemas es poco enriquecedor.

Frente a las obviedades y las inercias deberíamos buscar la pasión, queridos lectores, pasión para golpear con fuerza las ideas establecidas porque no son verdades irrefutables. Pasión para obligar a los que están tan cómodos con lo que hay, a los que no quieren que nada se mueva porque así les va de lujo, a mover el culo hacia un futuro más solidario. Debería ser evidente ¿no?, pero no me hagan mucho caso, últimamente oigo voces, y no tengo ningún vecino murciano.

conderechoareplicamenorca@gmail.com

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