Con un gobierno en funciones de mañana, tarde y noche (sesión continua), oteamos el horizonte para adivinar, tras el velo del presente y la escenografía de posibles pactos, todo lo bueno y lo malo que nos espera. Tal vez no nos espera nada, esperamos nosotros entre pueriles ilusiones y difusos temores, aquello que nos deparará la ciega gallinita del destino.
Mientras aparecen nuevos casos en el juzgado, como para darnos ánimos, la historia sigue su curso. Demasiadas víctimas para ser triunfalista. Demasiada tontería para ser optimista. Demasiada ambición y codicia para tan menguados recursos. Sin embargo, nos aferramos a la tenue esperanza de que vendrán días mejores, aprenderemos de los errores cometidos y regresará la cordura antes de que sea demasiado tarde.
Vivimos rodeados de secretos y apariencias. Y las apariencias engañan. La sociedad entera parece envuelta en una macro operación de cirugía estética. Vamos a darnos unos retoques, por si podemos engañar a los crédulos sobre el paso del tiempo y sus secuelas. Bótox en los labios no, porque ya tenemos mucho morro, pero quitaremos unos kilos de corrupción, reduciremos el paro y con unos cambios aquí y allá, pareceremos mucho más jóvenes, honrados y virginales. Tendremos las mismas ideas que en el siglo XX, pero con coleta y sonrisa Vitaldent.
Luego queremos presentarnos a un concurso de belleza electoral. Pero tanta operación, nos convertirá en un adefesio.