Es obvio que hay un montón de cosas de este mundo que no entendemos. Algunas no las entendemos aún porque la ciencia no ha llegado, y otras seguramente no las entenderemos nunca, como tanta injusticia y penuria. Algunos recurren a los famosos renglones torcidos de dios y se quedan más relajados, es decir, que dios, creador del cielo y de la tierra, y por lo tanto superlisto y sabio, escribe siempre recto dentro de los renglones torcidos, ya está, si no entendemos algo es porque no llegamos y punto, qué felicidad.
Hombre, no sé que pensarán ustedes queridos lectores, pero creo que los creacionistas tienen menos dudas y en cierto modo se les hace la vida más fácil que a los evolucionistas. Si uno piensa que dios es el creador de todo, y que lo que no entendemos es porque no somos tan sabios como él, y que además ya nos llegará su recompensa en otra vida, oye pues piloto automático y tira milla, que en caso de duda se mira el libro sagrado y ya está. Por no hablar de lo que te ahorras en los colegios si estudias el creacionismo en lugar de a Darwin, una dineral en libros de texto. Y el que quiera leer un poco más le echa un vistazo a Tomás de Aquino y sus cinco vías que demuestran la existencia necesaria de dios, y ya se puede ir de picnic.
Pero ser agnóstico es agotador, todo el día decidiendo lo que está bien y lo que está mal, todo el día dándole vuelta al porqué y al origen de las cosas, todo el día sospechando de lo que parece obvio para buscar la esencia misma, que no queda tiempo ni para tomarse una cerveza, carajo.
A veces también puede que en ese afán de de investigar, de profundizar uno se encuentre con algo inesperado, algo que sorprende a propios y extraños, siempre quise meter esta frase en un artículo. Giros de guion tan bruscos como el que les paso a un grupo amantes de lo paranormal que acudió a un cementerio de la localidad inglesa de Kingston-upon-Hill para recoger psicofonías. El grupo de investigadores empezó a escuchar unos extraños gemidos en el cementerio. Guiados por la procedencia del sonido, llegaron al lugar donde se estaban produciendo y descubrieron que no tenía nada que ver con el otro mundo, lo que se encontraron fue el rodaje de una película porno, ¡toma ya sorpresa mayúscula para los caza fantasmas!, buscaban sonidos del más allá y se encontraron con lo más mundano del más acá.
La vida da esos giros sorprendentes que nos lleva a finales no esperados. Puede que incluso queriendo hacer el bien metamos la pata hasta el fondo y nuestro noble propósito cree más sufrimiento que otra cosa, Y por el contrario, puede que arrancando con fines turbios, que se enredan por el camino, alguien al final realice una buena acción, sorpresas te da la vida.
Y la constatación de que eso puede pasar, nos debería llevar a no tirar la esperanza por la ventana a las primeras de cambio. Es cierto que la clase dirigente no tiene muy buena pinta, y que cada vez que deciden algo la cagan de manera monumental, pero quien sabe, a lo mejor un día de estos, en esa búsqueda que tienen del beneficio personal a toda costa, provocaran sin quererlo, una reacción solidaria en cadena, que hará que las cosas cambien a mejor. O puede que tengamos que volver a releer al bueno de Tomas de Aquino, a ver si se nos pega algo. Aunque con el calorcito, y desde las bellas playas de nuestra Menorca, da algo de pereza. Sea como fuere, vigilen en su próxima visita al cementerio, a saber qué nos encontramos.