En muchos hogares con niños se ha oído estos días la misma frase: «qué ganas tenía de que empezará el cole». Nadie dijo que la maternidad, paternidad, fuera fácil, y a muchas familias el parón estival se les ha hecho muy largo en cuanto a sus retoños se refiere.
Cierto es que la escuelas de verano han ido a tope, demasiado tiempo sin una rutina no es bueno para los peques, y los inicios de curso se hacen muy cuesta arriba sino se mantiene una mínima línea de trabajo. Repito, mínima, porque todos somos conscientes que en verano, o por estar de vacaciones los padres, o porque trabajan más horas que el reloj en la temporada turística, mantener la rutina es imposible, y además tampoco sería del todo beneficioso.
Mención especial se merecen los abuelos sin los que muchas familias no sabrían como conciliar esos absurdos horarios laborales que padecemos con las obligaciones que conlleva una casa con hijos. Superyayas en acción manteniendo la logística de toda la tropa. El gobierno solo se acuerda de este colectivo en elecciones para pedirles la papeleta, los niños y los ancianos dan muy bien en los carteles electorales, pero después se les convierten en un estorbo. Ya saben, queridos lectores, nuestro humano, empático, honrado y justo gobierno.
Bueno, como decíamos, ya han empezado los colegios, y a pesar del nefasto Wert, por cierto supongo que le ira de perlas en su retiro parisino de alto standing, los niños van al cole a aprender, pero no a aprenderlo todo, eso es imposible. Creo que se equivocan los que dicen que el saber no ocupa lugar. Sí que ocupa, y bastante, nuestro disco duro tiene una capacidad limitada, al menos de momento, porque igual en breve nos insertan un puerto USB para ampliarlo.
No creo que sea necesaria para alcanzar una vida plena saber que para recrear la película «Lego» de verdad, no en animación, harían falta 15.0810.330 piezas exactamente. O que Rambo mató a 442 personas en sus cuatro películas, y eso que en la primera solo mató a una y por accidente, pero después le fue cogiendo el gustillo y se le fue de las manos. Tal vez si a Rambo lo hubieran matriculado a tiempo en una escuela laica, publica y de calidad, hubiera matado un poquito menos, solo quizás. Hay datos e información absurda que no deberíamos retener. Sin embargo, parece que lo absurdo, y por supuesto lo morboso, es lo que más vende.
Basta ver que los vídeos idiotas son los más visitados de internet, o que los medios están tomando una deriva muy peligrosa hacia el sensacionalismo y el amarillismo. Esto, unido a la falta de variedad editorial, hace que el discurso público se esté volviendo feo y monolítico. Solo el pensamiento único tiene espacio, y la disidencia se ve relegada a las esquinas menos vistosas. El despido de periodistas críticos y la censura están a la orden del día, poniendo en peligro la libertad de expresión, y por consiguiente la educación de unos niños a los que quieren dejar en meros productores consumidores, y que se olviden de que son ciudadanos y tienen derecho, entre otras muchas cosas, a ejercer la réplica con total libertad.
Mientras tengan a bien seguir ahí, y el Diario nos de estos 3.500 caracteres, oportunidad que siempre agradezco, seguiremos poniendo el granito de arena. Y que conste que se perfectamente que dar de comer a los «101 Dálmatas», si fueran reales, costaría 300 euros al día, el pienso canino en Londres es muy caro. Ya ven, hablando de datos absurdos… Feliz jueves.