Me han robado. Y lo mejor es que lo supe dos días después. Todo pasó cuando una señora me pedía un vestido de la talla 3, y como el vestido era de la talla 4 fui a buscar la misma prenda con otro motivo y de la talla deseada, que al sobreponerlos sabríamos si hay mucha diferencia entre una y otra. Para mi sorpresa la talla 3 del vestidito del pato no estaba en su sitio, ni en la trastienda. Cuando se fue la clienta, no paré de buscar hasta en la puerta del señor ratoncito, con su permiso por supuesto. ¡Me han robado! exclamó mi cabeza en silencio, no tenía que perder la compostura. Buscando en mi archivador mental, un ruido tenía grabado. Un ¡pam! Que hace una percha al caer al suelo. Eso es lo que hace dos días le pasó a un señor de habla inglesa que entró a la tienda mientras su mujer esperaba fuera con las niñas. Ya me pareció sospechoso que el hombre entrara a comprar, pero también entiendo que hay papás que les gusta comprar la ropa a sus hijas, hijos. Mi padre es uno de ello, cuando llegaba el verano siempre nos compraba los bañadores y siempre acertaba. Tiene buen gusto. Al lío, que me lío.
Esta familia bien vestida, y educada. Nunca hubieras sospechado de ella. Cuando escuché ese ruido me asomé, pues me imaginé que se le había caído una percha con la prenda y después la colocó en su sitio. Parece ser que no fue así. Ingenua. Sin haber visto nada me asomé hacia donde estaba el señor y le dije en inglés que si necesitaba una talla sobre cualquier prenda que me lo dijera, y yo se la buscaría. Mientras hablaba con su mujer, claro le enseñaba las prendas y ella valoraba desde fuera. Además de que ella le podía dar alguna señal de alarma si me percataba de que me estaba robando. Me pidió la talla de un pantalón, se lo cobré. Me piropeó la tienda. Me pagó y se marcharon con un vestido extra. Te molesta cuando te roban.
Te quedas un poco para allá con cara de boba. He aprendido la lección. Pero lo grave de esta historia es que iban con sus hijas de 5 y 3 años. Y ellas sí que lo vieron todo. Me imaginaba que dentro de unos unos años ellas robaran en una tienda y un bobby las detuviera, esas niñas no tienen ninguna responsabilidad. Han crecido viendo eso con naturalidad. El juez de menores de Granada, Emilio Calatayud, lo tiene claro: juzgaría a los padres. Y volvemos a lo mismo, los padres tenemos una responsabilidad muy grande pues somos el espejo de nuestros hijos. Seguro que algún niño si ve malas prácticas en su casa no las copiará, o sabrá diferenciarlas, pero el porcentaje es pequeño. Se lleva la palma «de lo que ves haces».
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