La triste consideración de 2016 como el año del fuego en Menorca recobró protagonismo el lunes con el voraz incendio que destruyó la planta de residuos voluminosos ubicada en Maó. El suceso brindó imágenes espeluznantes por el azote de las llamas que consumieron la nave, hasta entonces hogar laboral de doce personas en riesgo de exclusión social.
Fue inevitable echar la vista hacia el pasado más reciente para rememorar las estampas de los siniestros que acabaron hace un año con el restaurante Es Pla, en el puerto de Fornells, la sala de fiestas Copacabana, en Son Bou, la discoteca -ya abandonada- Pedro's, en Son Carrió, y las de aquella noche interminable de septiembre cuando el fuego calcinó 36,7 hectáreas de suelo forestal en el Arenal d'en Castell y urbanizaciones de alrededor. El año del fuego se completó con la quema de hasta 55 contenedores de residuos entre Ciutadella (35) y Alaior (20). Fueron, en conjunto, cinco grandes sucesos de incendio en la Isla que se saldaron con una única detención y condena, la de un joven ciutadellenc, como responsable declarado de la quema de los recipientes de Alaior.
Aparentemente fueron demasiadas las coincidencias en tan corto espacio de tiempo en un territorio con una superficie de poco más de 700 kilómetros cuadrados. En casi todos ellos hubo sospechas, algún indicio e incluso dos detenciones relacionadas con el Copacabana de Son Bou que, por lo pronto, no han podido sustanciarse en una acusación formal y probablemente el juez acabe también archivando las diligencias.
Los investigadores de las fuerzas del orden y las aseguradoras no han podido determinar una causa intencionada que provocara los incendios a pesar de todo. El reciente caso de la planta TIV plantea otro desafío para quienes tienen la responsabilidad de buscar el origen del siniestro. Como en los anteriores, también hay sospechas y algún indicio.