Ser responsables de nuestros actos, es algo que deberíamos aprender desde pequeños. Los padres nos enseñan, o deberían enseñar, que cada comportamiento tiene sus consecuencias. Por lo tanto, es necesario pensar antes de actuar. Podemos causar un daño enorme si hacemos las cosas de forma impulsiva, centrados solo en nosotros mismos. Vivimos en sociedad, con todas sus normas y contrapesos. Los caprichosos, los fanáticos, los psicópatas y buen número de insensatos e inconscientes de todas las profesiones, provocan calamidades y sufrimientos por esa falta de previsión, de sensibilidad o de escrúpulos. Una sociedad fomenta la irresponsabilidad masiva si lanza mensajes que se basan en satisfacer deseos o anhelos personales, sin tener en cuenta al prójimo que sufrirá los efectos de esa falta de consideración absoluta. Los enemigos se crean y se destruyen al mismo tiempo.
Una de las diferencias fundamentales entre las personas y sociedades, es si son más o menos responsables. Las empresas lo saben y valoran. Una persona responsable es de fiar.
El Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia acaba de condenar a cadena perpetua a Ratko Mladic por el genocidio de la población bosnia en Srebrenica. No hace tanto tiempo que se volvió a desatar en Europa el odio irracional que todo lo asesina. Nadie prevé, hasta que es demasiado tarde. No aprendemos a ser responsables y hay ejemplos muy próximos de todo tipo.