Tenemos en este país de nuestros pecados tal cantidad de corruptos que es probable que lo único incorrupto sea el brazo de Santa Teresa. Por eso, no se me alcanza la razón del por qué a la hora obligada de mostrar eficacia ante tanto caradura, tanto golfo con corbata, aprovechándose de que el Pisuerga de la política pasa por el Valladolid de sus egoísmos, resulta que nuestro sistema penal se muestra lento, muy lento, tan desesperantemente lento que su lentitud ha pasado a formar parte de la gatera por donde la honestidad se deja los pelos dejando que los trincones se escabullan gracias a ese malévolo invento del 'ha prescrito', cosa que no hay abogado en ejercicio que no sepa, y algunos se muestran muy eficaces en intentar alcanzarlo.
Por otra parte, tal cual está concebido el ejercicio de la defensa, es un método completamente legal que el abogado simplemente muestra su grado de eficacia al ir encontrando los 'puntos' legales que le brinda la ley, para que el caso se duerma en alguna estantería donde se amontona agavillada la inocencia y los pecados procesales de los juicios dormidos, hasta llegar a un nuevo juicio, donde el hábil leguleyo ya tendrá preparado los papeles que pregonan legítimamente sus intenciones de recurrir, caso de que la justicia se muestre contraria a los intereses de su defendido, hasta que un buen día pueda decir al que le paga sus honorarios: «¡Paco, con un poco de suerte si nos dejan recurrir una vez más lo tuyo habrá prescrito!» Y Paco, con su reloj de oro haciéndose el despistado mirará la hora y le dirá: «Eres más listo que los ratones coloraos».