Síguenos F Y T I T R
Així mateix

Por culpa de un día invernal

|

Como si me hubieran dejado elegir un día gris con un cielo color de panzaburra, lloviznando más nieve que agua, de esos días que los grajos vuelan bajo porqué hace un frío del carajo, un día en fin para escribir un artículo sobre los mejores destilados, por ejemplo aquellos trabajados con hierbas y alcohol de vino que en la edad media frailes y monjes, en la soledad de sus obradores de monasterios y abadías cual sin fueran aprendices de aventajados alquimistas en rudimentarios y antiguos alambiques, para convertir el alcohol macerado con 17 plantas aromáticas, sabiamente seleccionadas, consiguieron desde aquélla podría yo decir particular farmacopea, fórmulas magistrales, que acabaron dando por ejemplo con un insuperable Benedictine, hoy ya comercializado, si bien déjenme tener un plus de honestidad para aclarar que lo que buscaban con ahínco, eran brebajes medicinales, aunque con el magnífico Benedictine lo medicinal que también, ni de lejos tuvo el éxito que tuvo y tiene como uno de mis licores favoritos, después de según qué comida, o de momentos de una reunión de buen nivel. Es fácil encontrarlo en bares y restaurantes de prestigio. Un consejo si usted me deja, no lo sacralice pidiendo que le pongan un cubito de hielo.

Los grapas italianos son de los mejores orujos para mi gusto. El Ramandolo (su nombre correcto es Di Ramandolo) del que hay tres categorías, la etiqueta blanca, la rosa y la negra. La graduación varía de 38 a 60º, que son lo que tiene la etiqueta negra, que es el más fuerte, lo que la casa cataloga cómo «Regina di tutto de grappe del mondo», y para mí tengo que andan puestos en razón.

LOS ORUJOS o aguardientes de orujo, reciben un nombre característico según el país. Así en Francia serán los excelentes marcs, en Italia los grappas, en Portugal la bogaceira y en Grecia los tsiroupos. Si dejamos a un lado los distintos destilados de orujo, encontraremos como algo superior y en un mercado más plural en cuanto a destilados con los coñacs, por más que la variedad de los mismos sea interminable. Por ejemplo el whisky, que se obtiene por la destilación de la malta, fermentación de cereales como la cebada, el trigo, el centeno y el maíz. La ginebra, que como muy característica yo suelo elegir la que se destila en Menorca. Bien, pero volviendo a los coñacs, permítanme que les anote algunos verdaderamente especiales. Debo añadir que esa condición les da precios prohibitivos. Le voyaque de Delamain, está considerado como un coñac de coleccionistas o de sibaritas adinerados. Fíjense que está embotellado en quinientos decantadores reservados solo o al menos en principio para coleccionistas de coñacs especiales. Una botella cuesta 7.900 euros. Si esto les ha parecido una burrada, casi mejor que no lean ustedes lo que sigue, el Hardy perfection es un coñac que tiene 140 años, su producción actual se limita a menos de 300 botellas de cristal Daum; probablemente el coñac no mezclado más viejo del mundo. Una botella cuesta 12.900 euros. Fue elaborado exclusivamente con uvas francesas Colombard, que desaparecieron con la filoxera. Tiene 41º, deja en boca un sabor a roble, café y chocolate ¿caro verdad? Pero les digo que nada comparable a un Hennessy Beaute du Siecle, un coñac que cuesta, agárrate la manta, 200.000 euros. Tiene 100 años ¿el no va más…?. Pues no mire usted. El coñac más caro del mundo es el Henri IV Grande Champagne. Se dice que está mezclado por los descendientes directos del rey Henri IV desde 1776, embotellado en botella chapada en oro de 24 quilates con diamantes incrustados. Sin duda el coñac más inasequible. Está añejado con más de 100 años. Puede costar de 2 a 3 millones de dólares según sus características (cantidad de oro y diamantes). Por último no quiero dejar sin decirles, que el destilado con mayor graduación es el Lágrima que producen en la abadía de Piorna tiene 95 grados.

Lo más visto