Cámaras inteligentes para vigilar a personas tontas. Unos tarados mentales pintaron las piedras milenarias de la Naveta des Tudons. Ha costado una pasta reparar el atentado contra un monumento histórico que nos pertenece a todos y que deberían seguir disfrutando, para aprender de él, los que vengan detrás de nosotros. Las autoridades han decidido poner cámaras de vigilancia y dicha decisión es aplaudida por muchos que creen que así la naveta estará más segura. A mí no me mola que sigan llenando de cámaras el mundo, no me siento más seguro, me siento más vigilado.
Como si no tuviéramos suficiente con desnudarnos en cuerpo y alma al mundo entero a través de las redes sociales. Como si no bastara con la cantidad de información nuestra que manejan cada vez que encendemos el teléfono móvil o usamos la tarjeta bancaria. Como si no les alcanzara con haber minado el mundo con móviles con cámara que convierten a cualquiera en cotilla difusor de nuestros momentos en la playa, en el bar, o donde nos salga de las narices estar. Aplaudimos con candidez que nos llenen de cámaras el mundo para que los malos malotes estén vigilados, y los buenos buenísimos estén protegidos. A pesar de lo burdo del argumento, hay muchos que se lo siguen comiendo sin rechistar, para ellos está chupado distinguir el bien del mal, son así de osados.
Señoras, señores, el Big Data lo gobierna todo, aquello tan viejo de que la información es poder. Todos los grupos de explotación se manejan con los infinitos datos que les son proporcionados para vendernos el último cepillo de dientes, decirnos que película ir a ver, o a que político corrupto, o por corromper, debemos votar. Se lo pasan teta jugando con los peoncitos que abren la boca pidiendo cada vez mas soma, ya saben, queridos lectores, la droga que aparece en la novela «Un mundo feliz».
PARECE QUE algunos de los gurús de Silicon Valley se han arrepentido de convertirnos en zombis consumidores enganchados a las redes sociales y con el espíritu crítico de una carabela portuguesa, ese hidrozoo de plancton gelatinoso que cualquiera de nosotros confundiría con una medusa. Perdón por este apunte cultureta sacado de un curso por Internet titulado «Biología para tontos», pero las carabelas portuguesas han llegado a Alicante y como su picadura es muy chunga han cerrado algunas playas, ¿ven lo frágil que es la industria del turismo?, pues sigan poniendo todos los huevos en esa cesta, que lo petaremos.
Recupero el hilo, que me despisto más que un turista inglés hasta arriba de sangría. Los altos ejecutivos de Silicon Valley arrepentidos han empezado a contratar filósofos para intentar paliar todo el daño que ha hecho, y además llevan a sus nenes a coles sin Internet para que aprendan a socializarse y a usar su imaginación. Qué raro, verdad, nos venden para nuestros hijos lo que no quieren para los suyos, ¿por qué será?
YA ESTÁ CERCA el momento en que nos insertaran una GoPro a cada uno en la cavidad ocular y un gran realizador pinchará cada cámara cuando quiera para montar la película de nuestras vidas a su antojo. Por cierto, lo de los filósofos en Silicon Valley es básicamente para preguntarse qué está bien y que está mal, y dejar de mirar solo los fríos números de las cuentas bancarias. O quizás, sencillamente sea una nueva maniobra comercial para vendernos más cachivaches tecnológicos, con un barniz humanista, y se queda solo en filosofía para borregos con muchos gigas. Dudo luego existo, gracias Descartes. Feliz jueves.