He pasado unos días en mi dacha en Sanlúcar de Barrameda, donde he vuelto a ver lo cruel que puede ser para algunos la naturaleza. Cerca de la calle La Verónica vive una mujer joven, no creo que tenga mucho más allá de los 20 años. Todos los días saca a pasear a su perrito bulldog de capa negra. Hace tres años que la conozco, el pobre perro está paralítico de los cuartos traseros, de manera que su dueña buscando una solución le ha hecho un arnés sujetando sus extremidades completamente insensibilizadas de medio cuerpo hacia atrás. Esta admirable mujer ha aprendido a llevar al perro acompasado con las manos delanteras, de manera que sus patas traseras las suple el arnés y el movimiento que le da para que coincida con el desplazamiento natural de sus patas delanteras, y así, de esta originalidad el bulldog negrito de la calle de La Verónica, sale cada día a pasear por las concurridas calles de esta entrañable población andaluza.
Les aseguro que no es cursilería pero no puedo evitar acariciar la cabeza de este can siempre que me le encuentro. Me resulta admirable ver cómo a veces la crueldad de la naturaleza se da de bruces con aquellos que no se rinden frente a la adversidad, siendo un ejemplo de gloriosa obstinación entre dos seres tan diferentes como una persona y su can. Y y no es el único caso que te puedes encontrar en esa población gaditana de perro lisiado al que sus dueños le han buscado una solución para darle una cierta calidad de vida. Por la amplia avenida que te lleva hasta la desembocadura del Guadalquivir, también conocido como Bajo de Guía, he podido conocer a un señor que va con dos perritos pequeños. Uno de ellos con sus cuartos traseros sobre una plataforma con ruedas, de tal suerte que entre las manos delanteras y las ruedas de ese artilugio, el perrito vuelve a salir todos los días a pasear, y les aseguro que al perro se le ve feliz y andando más deprisa de lo que cabría imaginar.
Los dueños de estos perros tullidos no optaron por sacrificarlos sin más, más bien todo lo contrario, han hecho verdaderos esfuerzos de ingeniería protésica, se puede decir que así siguen disfrutando de su compañía. Que diferencia entre aquellos que apenas el perro no les sirve para sus ambiciones lo cuelgan de un árbol. Otras personas desnaturalizadas maltratan a un pobre perrito sin motivo alguno. Nada se puede esperar de quiénes maltratan a un perro, pues no son personas de nobles sentimientos, desgraciadamente son todo lo contrario. Si alguien no es capaz de tratar bien a su perro que no lo tenga, pero si lo tiene que lo trate bien, que el can le recompensará sobradamente.