Cómo es la gente, por dios. Todo el mundo aparca donde le da la gana. ¿Me escuchas, Paula? Pues eso, que la gente va a su bola, a su rollo, vive en su mundo, y si lo que le rodea revienta les da igual, con tal de que no salpique. Así es la gente, Paulita.
Ahora que estamos en septiembre la gente anda quejándose por los rincones de lo caro que es la vuelta al cole, pero no se acordaban cuando se fundían la pasta en las terracitas. Que tenemos muy poca memoria, y que nos tienen el coco absorbido, que sí Paula, que sí, que la gente es muy boba, muy boba y muy mala. Chillo porque hay mucho ruido, estoy en una terracita con mi Manolo.
En lugar de estar trabajando como dios manda, la gente está liada con los huesos de don Paco, como le llamaba mi abuelo el general, y con la tontería del cambio de hora, si es que nos distraemos con una mosca. Por lo menos el Casado y el Rivera son jóvenes muy apuestos, me cuesta distinguirlos eso sí, pero muy apuestos, muy aseados, no como otros, tú ya sabes Paula, tú ya sabes.
Mira, yo este año me fui a Menorca, a un Airbnb, y chica vaya porquería... ¿la isla? No, mujer, el alojamiento. El apartamento tenía más mierda que el palo de un gallinero, y las paredes estaban llenas de un moho verde que tiraba para atrás. Llamamos al dueño, y me dice el jeta que la humedad es típica de la Isla, que Menorca es pequeña y hay humedad por todos los sitios. ¡Será gilipollas, el tío!, no va y dice que la humedad es típica, como la sobrasada, o la ensaimada, no te jode.
Que una cosa Paula, yo creía que la ensaimada era más de Mallorca, pero aquí están de rechupete. Pues nos comimos el apartamento doblado, compré lejía y a frotar como una boba, que por qué, porque estaba todo a reventar de gente y te pedían un riñón y parte del otro por un cuchitril. Claro, se empeña la gente en viajar, sobre todo en agosto, cómo son Paula, cómo son. Sí claro, nosotros también viajamos en agosto, pero es cuando cierra la fábrica de Manolo, Paula, que pareces tonta, hija.
Un día fuimos a un restaurante y el tío nos vio cara de lelos. Nos puso la mesa más chunga a pleno sol, y la cerveza no la he visto peor tirada en mi vida, parecía la muestra de orina de un escocés en coma etílico de whisky, vaya tela. Y todo a reventar de gente muy mal educada, te lo repito Paula, muy mal educada. Unos gritos, un no saber estar, unos modales. Mira, Manolo casi la tiene con uno que nos rozó el coche al salir, la gente es lo peor, pero lo peor de lo peor. Y ya sabes que mi Manolo con un carajillo encima no se corta un pelo, que es pura testosterona.
No me pongas ese tonito, Paula, claro que mi Manolo también tiene su carácter, pero oye mona, o pisas, o te pisan. Te lo tengo dicho con los inmigrantes, que todos no caben, y a mí me dan pena los negritos, pero para eso están las misiones, que yo le pongo cada domingo a la cestilla y llevo la estampita de la Virgen del pueblo. ¿Te estás riendo, Paula? Ya sabes que yo no soy racista, pero cada uno en su país, que aquí ya hay demasiada gente.
¿Cómo que me he puesto muy pesada con eso de la gente? ¿Cómo que nosotros somos los primeros en ir a nuestro rollo tirándole mierda a todos los demás? Vaya, Paula, qué sincera te has vuelto, deben ser los cincuenta, que por cierto se te notan mucho. Te cuelgo. Manolo, ¡pues no va la idiota de Paula y me dice que todos somos gente, y nosotros de la peor!, la echo del wasap pero ya. Feliz jueves, queridos lectores, y disfruten de las fiestas de Maó con toda la buena gente.