Vamos a darle duro desde el principio, porque cuando el camino se pierde es mejor regresar sobre los pasos, y cuando las ideologías bailan al ritmo de los populismos autoritarios es mejor mirar a los clásicos, en ellos, a veces, se encuentran las respuestas. Así que perdonen ustedes el árido comienzo pero vamos un momento a la Antigua Grecia, a saludar al fundador de la Academia, el señor Platón.
Platón escribió sus obras en forma de dialogo, y uno de los más conocidos es «La República», donde el filósofo presentaba su utopía, su Estado ideal, bien es cierto que el tipo con toga era clasista y bastante patriarcal, pero de sus ideas arrancamos para ir mejorando hacia una auténtica democracia. Fueron varios los pensadores que le han dado vueltas a eso de un mundo ideal, un mundo utópico, un mundo justo que te cagas. Tomás Moro ya se estira algo más en esto de imaginar una sociedad utópica. El pensador londinense, que murió decapitado, que cruel es la Historia, propone en sus obras una república como forma de gobierno, cuya estructura de poder no nace de las clases, como el listo de Platón, sino del concepto de ciudadano, del sufragio universal, del igual reparto de derechos y obligaciones. Es una utopía profundamente igualitaria. Toma y toma con el santo Tomás, no está nada mal para un tipo que nació en 1478.
Ahora mismo, siglos después, vemos especímenes no evolucionados que se envuelven en banderas y populismo, para argumentar, como hooligans, chorradas infantiloides, pero muy peligrosas. Un inciso, es flipante, pero se ha publicado que el nuevo partido homófono, misógino, clasista y xenófobo, recibió en 2014 unos 800.000 eurazos del Consejo Nacional de la Resistencia de Irán, un grupo de orígenes marxistas que tuvo un brazo armado que salió en 2012 de la lista de grupos terroristas de EE. UU. Para mear y no echar gota, hablan de «reconquista» y de expulsar miles de inmigrante, pero cogen pasta de grupos islámicos, marxistas y que estuvieron considerados grupo terrorista. A ver, ¿cómo se come eso? ¿Mucha banderita y pocas neuronas? O lo que es peor, ¿muchas neuronas puestas al servicio del Mal con mayúsculas?
Volvamos a los clásicos a ver que nos dicen. Ahora nos vamos a Rousseau que allá por 1762 publicó «Del contrato social», donde intenta articular la integración de los individuos en la comunidad. Al pensador ginebrino también es para darle de comer aparte, digamos que no era ejemplo a seguir en cuanto a la paternidad a pesar de haber escrito «Emilio o de la Educación», pero fue un visionario en esa percepción de la Historia como un viaje hacia la decadencia: «Y el hombre corrió hacia sus cadenas, creyendo encontrar la libertad». Donde pone cadenas pongan ustedes, queridos lectores, partidos políticos del corte del que hemos hablado antes, y et voilà, ya se está montando una dictadura perfecta. Aunque la verdad es que poner en la misma frase dictadura y perfecta, suena peor que poner guerra justa, deberían ser un oxímoron y autodestruirse inmediatamente, por absurda, sin valor metafórico ninguno.
Pues eso, que creyendo mejorar muchas veces escupimos hacia arriba, porque la rabia nos nubla las entendederas, y solo cuando el escupitajo nos vuelve a caer en el ojo, comprendemos que disparamos nuestra ira, y nuestra baba, en la dirección errónea. ¿Hacia dónde escupimos entonces? Aún con la ayuda de los clásicos, no tengo respuestas señoría, solo preguntas y un deseo: que pasen un feliz jueves de Sant Antoni, festivo en nuestra Menorca.