¿Se imaginan los Estados Independientes de América, el Reino Dividido o la Desunión Europea? Han existido diferentes imperios: romano, español, británico… o ¿qué me dicen de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas? Aquello se vino abajo como un castillo de naipes. El muro de Berlín no pudo resistir tanto anhelo de libertad. Dijo uno que «la unión hace la fuerza», pero la fuerza también se agota, la unión acaba en divorcio y la gente se pelea por millones de motivos reales o imaginarios. La globalización ha dinamitado la cohesión social favoreciendo particularismos de todo tipo. Los consensos se rompen para dejar paso al enfrentamiento. Dijo otro: «divide y vencerás». Pues parece que la división es imparable.
A medida que aumenta la división, los problemas se multiplican, se suman fanáticos y se restan los prudentes. El germen de la violencia anida en la semilla del resentimiento que algunos cultivan con tanto afán. Sus motivos tendrán. Desgraciadamente, el rencor consigue hoy más votos que el diálogo. Aunque sembrando vientos se recogen tempestades. Y hablando del clima, ha llegado el otoño. Nos preocupa el clima más que nunca. Alarma. Controversia. Subirá el nivel del mar y del cabreo. La contaminación causa estragos. El deshielo puede ser irreversible. Ya que no podemos cambiar de planeta, cambiemos de vida. Los políticos no lo arreglarán. «No se puede servir a dos señores» dice el Evangelio. Habrá que elegir.