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Asseguts a sa vorera

Soy rico

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Soy rico. Creo. O no. No lo sé. Pero juraría que sí. Tengo la sensación de que me he forrado, soy un privilegiado, tengo a la diosa Fortuna de mi parte y a partir de ahora todo será distinto. Me ha tocado el Cuponazo. O la Lotería. O la Bonoloto. No lo sé muy bien, pero eso es lo de menos, desde ahora todo va a cambiar. Voy a vivir a todo trapo, a todo lujo y sin acuse de recibo. No me voy a preocupar ni de preocuparme.

A ver, te explico. La semana pasada organizamos la Copa de la Reina de voley en Ciutadella, lo que significa que me tiré varios días en Ciutadella. En uno de esos, a la hora del almuerzo me crucé con una vendedora de cupones (creo) que me vendió «el número que iba a tocar». La verdad, con tanto ir y venir con el coche me ha dado para aprenderme los anuncios de la radio y uno, en particular, me causa especial simpatía.

Es el que han grabado algunos de los actores de la película «Campeones» (si no la has visto cancela cualquier plan esta tarde y disfrútala a mi salud) sobre la ONCE y la importancia de participar, con responsabilidad, en sus sorteos. Yo lo hice. No me estiran nada los juegos de azar ni creía que nunca me fuera a tocar. Hasta que me tocó. «Cuando juegas tú, ganamos todos», creo que dice el spot.

Cogí el boleto y lo guardé en la cartera convencido de que era el primer día del resto de mi vida. Mira si soy malo para estas cosas que el número en cuestión lleva dentro de la cartera más de una semana. Tuve tanto follón en la Copa y esta semana se ha ido complicando tanto que ni me había acordado de comprobar qué número había sido el agraciado. Lo sé, soy un desastre. Hasta que me he sentado a escribir esta columna no había recordado mi infalible inversión.

Tampoco lo he comprobado ahora, ¿eh? No hace falta. Soy de esa clase de personas que si alguien le dice que va a tocar y encima antes me han dicho que solo por jugar ya ganamos todos, pues así me va bien, me conformo. De momento la ilusión de ser rico me durará unos días, hasta que se me olvide o me dé de bruces con la realidad a la hora de pasar cuentas con la hipoteca.

No me pienso mirar el boleto, prefiero quedarme con la ilusión. Para desilusionarnos ya tenemos el día a día que se encarga de ponérnoslo complicado. Mientras, soy rico hasta que alguien demuestre lo contrario. Y recuerda, «si juegas tú, ganamos todos».

dgelabertpetrus@gmail.com

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