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Les coses senzilles

Kiss and tell

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En inglés existe el modismo: «A gentleman doesn't kiss and tell» (un caballero no besa y lo dice) Se refiere a la discreción necesaria en materia de encuentros sexuales y se suele usar para zanjar preguntas indiscretas con respecto a las relaciones amorosas. Pero también puede implicar una cierta indiscreción, porque al pronunciar la frase con un deje de ironía se deja la puerta abierta a la imaginación, que siempre tiende a tergiversar la realidad: Did you kiss the girl? (sonrisa) A gentleman doesn't kiss and tell. La imaginación tiende, desde luego, a recargar las tintas: «¿Te acostaste con la chica?» (sonrisa) «Un caballero no tiene memoria» Sustituimos «besar» por «acostar» y tendemos a pensar en una verdadera orgía que satisfaga las mentes más calenturientas. Así estamos hechos. Claro que los más creyentes en seguida pueden arrepentirse y repetir mentalmente la frase del centurión romano a Jesucristo en Cafarnaúm: «Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarle» (sustituyendo aquí «casa» por «alma» y «sanarle» por «sanarme»). Es el ciclo eterno del pecado y la contrición. Pero la gente tiene por norma otro adagio que asegura: «piensa mal y acertarás». De donde se explica que tanto en inglés como en español exista ese modismo incierto del «Kiss and tell». Lo malo es que en estos casos la mujer siempre sale malparada, porque la frase completa en castellano o español es la siguiente: «Un caballero no tiene memoria y una dama no tiene pasado».

Lo cierto es que tampoco quedan tantos caballeros en el mundo; los hay que andan pregonando todas sus aventuras amorosas, y lo que es peor, a menudo se las inventan. Esto es frecuente en la primera juventud, cuando uno tiende a fardar ante los amigos, presumir de hombría, etc. Esto era así en tiempos, cuando los teléfonos eran aparatos que colgaban de la pared y escaseaban en los pueblos; ahora que todo el mundo tiene móviles se han dado casos extremos de falta de caballerosidad que a veces han acabado de modo trágico. Con las costumbres actuales la cosa se complica. Imaginen que una pareja «de hecho» se dedica a hacer inventario de sus relaciones anteriores: ¿dónde queda la caballerosidad y la discreción? ¿Y qué papel juegan entonces los celos? Un papel determinante, a juzgar por el tema candente del maltrato a la mujer que desencadena verdaderos ríos de sangre. Seguramente la lengua tiene razón y lo mejor es que los caballeros tengan amnesia verdadera.

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