Con la pandemia descontrolada y una transmisión comunitaria cada vez más veloz y mortífera, Menorca se prepara para entrar el sábado situación de 'riesgo extremo', que se mantendrá durante quince días.
La frase más repetida ayer en «se veía venir» porque el virus ha seguido circulando, infectando, contagiando y matando. No han funcionado ni las restricciones ni las reiteradas apelaciones a la responsabilidad para evitar encuentros sociales. Es un fracaso de todos pero, en primer lugar, de quienes tenían que haber aprobado unas decisiones y medidas que no se atrevieron a aplicar. Y ahora sufrimos las consecuencias, con un severo agravamiento de la emergencia sanitaria, social y económica en Menorca y el conjunto de Balears.
Cuatro titulares de la hemeroteca del mes de pasado:
12 diciembre: «El empeoramiento de la pandemia conduce a Mallorca a la fase 4 de riesgo extremo». 15 de diciembre: «Balears lidera los contagios por habitante de toda España». 18 de diciembre: «Simón alerta de la inminencia de una tercera ola y avisa que los casos seguirán subiendo durante enero». Y 20 de diciembre: «Los contagios seguirán al alza. Balears bate su récord de positivos al sumar 535 en un solo día».
Todo ello, antes de la Navidad. Las previsiones se resumían en un futuro «crítico» con un aumento de la presión en los hospitales de las Islas por el incremento de ingresos, con advertencia del número limitado de plazas disponibles en UCI.
Todas estas advertencias fueron desoídas. Se veía venir, pero el Govern no se atrevió a decretar el confinamiento al que nos dirigimos por lo sucedido en la segunda quincena de diciembre. Se equivocó al intentar salvar la Navidad pero a costa de incrementar los contagios y de nuevas restricciones que debilitan más una economía sin pulso. Y a medida que se aleja la reactivación aumenta la crispación y el malestar social.