Este es el último ‘Bon dia, Menorca' del 2021. Con el 2022 que ya llama a la puerta despedimos un año marcado por la pandemia que empezó en marzo de 2020.
El coronavirus, que lo ha trastocado todo al mutar y arrasar la sociedad y la economía en sucesivas olas, sin darnos reposo ni respiro, ha puesto de manifiesto lo mejor y lo peor. El enorme esfuerzo que están realizando los profesionales sanitarios, hoy desbordados en Atención Primaria por la transmisión descontrolada con la ómicron, merece el reconocimiento y un aplauso unánime. Igual que todas aquellas personas anónimas, de empresas necesarias y esenciales, que han seguido acudiendo a sus puestos de trabajo, a pesar del riesgo de caer infectados.
En los primeros meses, cuando no había ni mascarillas y se había ordenado un confinamiento severo, editar, imprimir y repartir «Es Diari» fue un pequeño milagro. Pero cada día cumplió, acudió a su cita con los menorquines y fue el vehículo de comunicación que unió y cohesionó a los menorquines.
Porque todos somos conscientes del extraordinario esfuerzo, además del coste psicológico y el desgaste personal, que representa vivir en estos tiempos líquidos de pandemia.
Preocupa la incertidumbre que se ha instalado en tantos sectores, con restricciones y medidas que van cambiando como cambia un virus al que no aún no hemos logrado vencer. La pandemia nos sitúa ante Dios y nuestra propia naturaleza humana, que también hace cosas maravillosas, como las vacunas que se han creado en un tiempo récord, con millones de personas inmunizadas. Y frente al negacionismo hay que invocar la sabiduría de los científicos y los médicos. Quienes confiamos en que se conseguirán cortar las cadenas de contagios deploramos la insolidaridad de quienes se niegan a vacunarse. Son potentes vectores de transmisión que después exigen ser atendidos en las UCI hospitalarias.