Ring... ring... ring...
- Buongiorno, dimmi. Chi chiama?
-Perdóneme la intromisión cuando está con los chicos en el vestuario. Sé que hoy no es el mejor día de su vida, pero precisamente por esto le llamo, para expresarle mis condolencias y mi solidaridad y mi respeto.
- Grazie mille, ma tu chi sei?
- Perdón son los nervios de poder hablar con usted. Yo soy un modesto aficionado al Real Madrid, cosa que en Menorca, tierra azul y grana, tiene mérito.
- Lo festeggio, è importante avere le proprie idee in mezzo al pericolo.
- Sí, claro. Yo me hice del Real Madrid cuando era picolo, en aquellos tiempos de Puskas, Amancio, Di Stéfano y Gento, cuando en la televisión solo había un canal, en blanco y negro y siempre daban el partido del Madrid. Es curioso, como a pesar de entrar en uso de razón años después, nunca me planteé cambiar de equipo. Incluso cuando me enteré de quién era Franco no lo hice y tampoco me lo planteé cuando Cruyff i Maradona hicieron arte en el Barcelona.
- ¡Oh, el santo Maradona! Intento hablar castellano de Madrid. Creo que la vida hay que tomarla con filosofía y tranquilidad, a veces se gana y a veces se pierde. Quel ch'è fatto, è fatto. Tú puedes creerte ser el más grande, pero siempre habrá alguien más grande, más fuerte, más simpático, más bello que tú. Nunca competir, siempre cooperar. Chiqui, tranquilo hombre, no ves que estoy hablando por teléfono, a veces se gana y a veces se pierde y no hay adversario pequeño. Los partidos duran noventa minutos, que a veces parecen eternos. Lo normal es perder, lo anormal era ganar Champions cuatro veces en seis años. Il troppo stroppia.
- Sí, señor. Tiene usted toda la razón. He leído su libro «Liderazgo tranquilo: conquistar mentes, corazones y triunfos». Sería muy aplicable en política, con los liderazgos efervescentes y histriónicos que vemos. Le confieso que también me leí su libro «Mi árbol de Navidad», precioso. Todos los futuros entrenadores de fútbol tendrían que leerlo. Estoy contento de no verle hecho polvo, destrozado.
- No mio caro amico. En la vida hay momentos felices y momentos amargos y pobre de aquel que no se acostumbra a convivir con unos y otros. Ayer perdimos cuatro a cero porque el Manchester fue un equipo muy superior y Guardiola planteó el partido mejor que yo, que soy el único responsable de la derrota. No hay excusas, aunque dove l'oro parla, ogni lingua tace. Perder es come il cacio sui maccheroni. Usted y todos los aficionados al Real Madrid han de saber que vendrán más victorias deportivas. En política pasa igual, pobre del alcalde, del presidente, que se cree invicto, superior a los otros, y vive en la vacuidad y la soberbia. La gente ama la modestia y la humildad y aborrece a los vendedores de humo. Chiqui, por favor, no ves que estoy hablando por teléfono, no llores, el árbitro lo ha hecho bien, aquello no era penalti.
- Disculpe, ¿pero quién es Chiqui?
- Ah, nada, cosas mías, es el apelativo que le he puesto a Vinicius. El chiquillo, el chiqui. Hoy está destrozado. Necesita pulir, le falta macerar en los sinsabores de la vida. Yo estoy contento porque los aficionados han visto un gran partido. Además, nosotros ya tenemos catorce copas de Europa y el City ninguna, ellos también se merecen la oportunidad de disputar otra final, Luka, por favor ve con Vini al jacuzzi y le explicas el sentido de la existencia. Perdón, ¿por dónde íbamos? Sí, que es más importante saber perder que saber ganar, porque de las derrotas aprendemos, de las victorias no. Esta temporada servirá para que los que deciden vean que el ciclo está finito y hay que preparar el equipo para un nuevo ciclo.
- ¿Pero puedo hacerle una pequeña queja?
- Certo, spara.
- Mire, usted mastica chicles durante todo el partido, una media de diez, leí. Cuando se aburre de uno lo tira al césped y se toma otro. ¿Sabe cuántas personas lo ven tirando un chicle al suelo? Millones. Sería fantástico si, envuelto en un papelito, fuese a parar a su bolsillo para su posterior evacuación en el correspondiente cubo de basura. A lo mejor algunos cientos de miles de televidentes lo imitarían y eliminaríamos una costumbre que ensucia nuestras ciudades.
- Certo, anche se non so se assorbito dal gioco saprò come farlo. Ci proverò. Se un giorno andrò ad Alayor ci vedremo.