En dinámica de fluidos, el flujo turbulento es el movimiento caótico en el que las partículas se desplazan desordenadamente, y las trayectorias cruzadas forman remolinos aleatorios violentos. En la naturaleza abundan las turbulencias, y también en la sociología y la política desde que entendimos que todo (las ideas, los géneros, la economía, la moral) es ahora muy fluido. Pero aunque el número de Reynolds (Re) nos avisa de la intensidad de las turbulencias, y la Teoría Hopf-Landau mejora las ecuaciones de flujos turbulentos de Navier-Stokes, el mecanismo de inicio de las turbulencias sigue siendo desconocido, y todavía vuelve locos a los matemáticos por su comportamiento impredecible. Y si los matemáticos no lo entienden, cómo van a entenderlo los sociólogos.
En España se dice que cuando no gobierna la derecha se inician las turbulencias, y de prolongarse este anómalo estado de cosas (digamos en una segunda legislatura), se generan nuevas turbulencias dentro de la turbulencia, con grandes remolinos vociferantes. Esto se debe a que muchos líderes políticos de derechas, si no vociferan, no sienten que hayan opinado libremente, pues más que opiniones tienen rabietas fluidas. Turbulencias. De las que dan buena cuenta los telediarios y la prensa. Ignoramos qué número Re se puede alcanzar en las próximas semanas y meses, sobre todo después de la visita con fotografías y coincidiendo con la noche de Halloween de Santos Cerdán, secretario de Organización del PSOE, al prófugo Puigdemont en Bruselas. Y no digamos si, como se comenta, hoy viernes ya se fija fecha para la inmediata investidura de Sánchez. Total, que aunque matemáticamente sea impredecible, se pueden prever grandes turbulencias futuras, y un número de Reynolds (relación entre las fuerzas inerciales y las viscosas) superior a 4.900. Un griterío caótico, torbellinos y turbulencias.
No pasa nada, es normal, tanto en la naturaleza como en la política. El mundo está lleno de turbulencias y fenómenos caóticos que las matemáticas no logran explicar. Y si matemáticos y físicos no pueden, cómo van a poder los políticos y los comentaristas. Lo mejor es ponerse a cubierto, y ver qué pasa. Porque pasar, pasará.