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Annus horribilis

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La absoluta dependencia del Gobierno del fugado Puigdemont ya dibujaba una legislatura complicada y convulsa. Pero, ni el propio Sánchez, imbuido de su leyenda de resistencia, fue capaz de adivinar la sucesión de golpes que le aguardaban.

Pese a los chutes de optimismo que intentó aportar Tezanos con sus encuestas, en el PSOE sabían que la campaña gallega no iba bien y que la única posibilidad era convertirse en los escuderos de los nacionalistas y aunarlos para echar al PP. Ni siquiera se logró.

Los estudios internos, ya sin el «entusiasmo» del responsable del CIS, predicen que en Euskadi van a resistir mejor el desapego ciudadano y que sus votos servirán para que el PNV mantenga la Lehendakaritza. Pero, el susto o muerte, llegará con las elecciones europeas.

Si GAD3, acierta con su barómetro para el diario ABC, que refleja el malestar de los votantes socialistas, oponiéndose en un sesenta y uno por ciento a la amnistía, se comprende la preocupación de Ferraz. Y si, además, se suma el escándalo Ábalos y sus múltiples ramificaciones, la sensación debe ser cercana al pánico.

En el juego del «y tú más», en que está sumida la política española, el PP quiere que en la comisión que va a crear en el Senado para «averiguar la verdad» de las mascarillas defectuosas (otras más), patrocinadas por el Ministerio de Transportes, comparezca medio Gobierno. Además de la presidenta del Congreso e incluso la mujer de Sánchez, relacionada con Globalia, propietaria de Air Europa y receptora de fondos del Estado.

Y, por si todo esto fuera poco, las negociaciones con Puigdemont para aprobar la ley de amnistía cubriendo todos los posibles flancos, que habían pasado a un segundo plano, han vuelto a las primeras páginas. Todo se ha debido a que, cuando el pacto con Junts estaba al caer, el Tribunal Supremo ha decidido abrir una causa contra el fugado de Waterloo, al considerar que estuvo «informado de la constitución del grupo organizado», el Tsunami.

A todo esto, el PP, que ha visto un hueso que roer, pide la dimisión de diestro y siniestro. Mientras, su portavoz más vociferante, Miguel Tellado, se mofa de los que citan encuentros suyos con protagonistas de la «trama mascarillas». Pero su nombre aparece en las conversaciones interceptadas por la UCO. Este país ha pasado, sobre todo con los Gobiernos del PP, por etapas donde los casos de corrupción eran el pan de cada día. Pero una explosión en diferido, como la que está viviendo el PSOE en su momento de mayor fragilidad parlamentaria y con tantos «señalados», no aparecía ni en sus peores pesadillas.

¿Hasta dónde llegará la legislatura?

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