Como adivino, nunca me podría ganar la vida. Si usted repasa, recordará que he hecho numerosas predicciones que nunca se han cumplido, pero de algo tengo que escribir. En breve se abrirán nuestras fábricas de turistas, lo que vulgarmente conocemos como hoteles. A su lado, miles de negocios a la sombra de ellas, levantarán sus barreras para completar el placer y la satisfacción de los millones de turistas que nos visitarán un año más. Basándome en informaciones y no en intuiciones, este año vendrán muchos más, lo cual nos debería llenar de orgullo y satisfacción.
Pero ya sabe usted que su paso por estas islas no es gratuito. Consumen recursos y, sobre todo, acaban de llenar nuestras calles, lo que produce cierta sensación de saturación. Podríamos pensar que es como cada año, pero no es así. Este verano se va a producir la tormenta perfecta, porque a los problemas de siempre, le vamos a añadir que los partidos de la oposición que hasta el verano pasado gobernaban, se van a hacer eco del mensaje de los turismofóbicos. No todo va a ser ganar dinero. Los grupúsculos quejicas, acomodados al margen de la envidiable actividad turística, alentados por la clase política que ahora no gobierna, le va a dar en el culo del sector, las patadas que le querría dar al Govern de Prohens. El turismo necesita buena prensa. Ojalá me equivoque, como siempre.