Esta pasada Semana Santa hemos visitado Bizancio y Constantinopla, aunque siempre hemos dormido en Estambul, claro. En esa ciudad, de casi 20 millones de habitantes y descendiente de las dos anteriores, es donde confluye Europa con Asia, y donde el Bósforo, y su Cuerno de Oro, une y anuda los mares de Mármara y el Negro. Y es donde, a lo largo de los siglos, se cruzaron los caminos históricos de varias culturas y religiones que han conformado nuestro mundo occidental.
Pero más allá del turismo amistoso que practicamos hoy y de otros diversos devenires históricos (que podremos desarrollar en otro artículo), cabe preguntarse ¿qué significado tiene esa ciudad para un menorquín? Pues la verdad es que uno nada agradable sino, contrariamente, muy dramático e inolvidable. Un recuerdo horrible. De hecho el nombre de Constantinopla remite a dos hechos fundamentales que marcaron la historia de nuestra isla: los ataques turcos a Mahón y a Ciutadella. Por un lado el 4 de septiembre de 1535 y, por el otro, el 9 de julio de 1558. Dos fechas nefastas del siglo XVI que conmocionaron a nuestra isla. Y también nos retrotrae a varios nombres malditos en la historia menorquina, como son Barbarroja y el Judío (en referencia a los hechos de Mahón) y a los de Piali y Mustafa, en la toma y masacre de Ciutadella.
Estos dos ataques turcos, bajo la autorización de los sultanes de la saga de los Sulimanes, marcaron nuestra isla a fuego y sangre hasta dejarla prácticamente deshabitada de anteriores ocupantes. Así Mahón, que contaba con una población de unas 1.500 personas, quedó literalmente despoblado al llevarse los piratas turcos a más de 800 personas como esclavos, mientras muchos otros fueron asesinados en el asalto. 23 años más tarde, Ciutadella, que contaba con casi 5.000 habitantes en la época, quedó también diezmada al morir más de 1.000 de ellos mientras que otros tres mil quinientos fueron capturados y deportados a Constantinopla como cautivos.
El asesino Barbarroja, el depredador de Mahón, almirante del Sultán Suleimán II, atacó nuestra ciudad para vengarse de la toma de Túnez por las tropas españolas, mientras que Ciutadella fue tomada y arrasada por mercenarios turcos financiados en parte por Francia, entonces enemiga de España y aliada de Suliman. Los hechos de Ciutadella, conocidos como «s'any de sa desgràcia», fueron detallados en «El Acta de Constantinopla», escrita por el notario Quintana quien, también preso en las cárceles otomanas, anotó el testimonio de varios testigos vivos de los hechos. Después, la intervención del dominico de Alaior Marc Martí pudo lograr la devolución y el rescate de varios cientos de aquellos cautivos cuya liberación fue comprada en algunos casos con fondos aportados por la monarquía hispánica. Por cierto, tanto el regente gobernador Arguimbau como el capitán español Miguel Negrete al mando de la escasa milicia que intentó defender la ciudad (y que fueron hechos prisioneros durante el ataque) finalmente salvaron sus vidas en Constantinopla y años después partieron devueltos a Ciutadella con tan mala suerte de que, casi al llegar, fueron otra vez hechos prisioneros por otros corsarios. No fue hasta el año 1600 que la isla recobró la población que tenía previamente a los ataques citados.
Cuando llegas al lugar donde esclavizaron a tantos menorquines te sientes forzosamente implicado en la historia de nuestra isla. Cuando estás en el puerto al que llegaron en galeras y semidesfallecidos, cuando miras aquellas aguas sabes que fue allí donde miles de cautivos menorquines fueron humillados y centenares de jóvenes debieron ser usadas como esclavas sexuales y vendidas al mejor postor. Ver la Torre Gálata es recordar que allí estuvieron encerrados Arguimbau y Negrete mientras que 23 años antes, muchos dicen que los representantes de Mahón se escondieron en el «lloc» de Binimaimut para luego ser juzgados en el Born de Ciutadella antes de ser ejecutados el 24 de octubre de 1536.
2 Ante estos hechos, ¿cuándo se dejará Mahón de romanços e instigará una investigación histórica exhaustiva y definitiva sobre lo sucedido realmente durante aquellos primeros días de septiembre de 1535? No en vano algunos aseguran que existen aún documentos interesadamente nunca desvelados que podrían rectificar la versión histórica establecida. Intentar saber la verdad final de aquellas fechas sería un acto de purificación para la conciencia espiritual de Mahón, cualquiera que fuese el resultado. Y eso daría pie a poder recordar adecuadamente a aquellos mahoneses de la misma manera que lo hacen otros una vez superaron todo tipo de actos acaecidos después de los ataques.
Sería el mejor homenaje y recuerdo a tantos mahoneses que fueron asesinados y sufrieron esclavitud. Sería el pago de una deuda de cara al 500 aniversario de aquellos luctuosos hechos.
Por otra parte, déjenme decirles que visitar Constantinopla, hoy Estambul, es visitar la historia de nuestra isla.