Qué desilusión. Resulta que el antiguo hospital de Mahón, que debía reconvertirse en un sociosanitario muy necesario, está tan hecho polvo que arreglarlo dispara el proyecto hasta los 28 millones de euros. Si frecuentas estas líneas cada semana sabes que le doy a la Sanidad una importancia capital, como a la Educación, entre otros aspectos para los que entiendo que nunca habrá gastos si los recursos se usan con coherencia, sino que es inversión. Pero no a cualquier precio.
En el año 2007 el antiguo hospital cerró sus puertas y quedó al desamparo y al abandono, cuidado de vez en cuando por promesas que se comprometían a todo sin llegar a hacer nunca nada con su consiguiente cruce de declaraciones, intenciones y acusaciones que sirven para poco cuando no sirven directamente para nada. Desde entonces al 2019, que empezaron las obras, lo único que ha pasado es tiempo y el desfile correspondiente de las cabezas pensantes que debían encontrar una solución, como parte del compromiso aceptado por sus cargos.
El paso del tiempo es inapelable. De hecho, cuando todos nos vayamos al carajo de la forma que quiera el destino o el universo que pase, lo único que seguirá vigente será el paso del tiempo. No te descubro nada nuevo, es de cajón, una cosa que no usas se estropea peor que otra que vas usando. Y el envejecimiento del antiguo hospital ha sido regulinchi. Y la terapia, ahora, asciende hasta los 28 millones de euros. No te sé decir si es mucho o es poco, no me corresponde.
Lo que sí que te puedo decir es que tuvimos la oportunidad de transformar el edificio en un reclamo de lo paranormal, cuando los fantasmas que se aseguraba que había despertaron el interés de los amigos de lo desconocido y de la Nave del Misterio. Entiendo que tener un edificio lleno de fantasmas no sea tan práctico como tenerlo lleno de personal sanitario y de usuarios, pero el mantenimiento que requiere es significativamente menor.
En su momento de máximo esplendor fantasmil, la decisión fue cerrar todavía más el edificio para evitar tentaciones paranormales y, me imagino, los fantasmas se acabaron marchando fatigados por el aburrimiento, dejando al edificio compuesto y sin uso.
Ahora toca recuperarlo y habrá que apoquinar los dineros para que se plantea, si quiera, su uso. Quizá tendríamos que buscar algún espíritu que lo okupara para ahorrarnos los 28 millones y, además, sacar algo como destino terrorífico. Porque de fantasmas, vamos sobrados.
dgelabertpetrus@gmail.com