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Tribuna

No saber diferenciarlo

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En los tiempos que corren se requiere coherencia con uno mismo. Eso es lo que demuestra el actor Pepe Viyuela al abandonar la obra de teatro «Jardiel enamorado» porque su director, Ramón Paso, ha sido denunciado por la Fiscalía Provincial de Madrid por presuntos delitos sexuales llevados a cabo contra 14 mujeres entre los años 2018 y 2023.

Que 14 personas presenten una denuncia da mucho que pensar y si uno, algo que en estos tiempos materialistas resulta harto complicado, desea ser consecuente con sus ideas no puede hacer como que no pasa nada. Algunos lo tachan de postureo o de que se debe a la firma de un contrato, pero renunciar a un trabajo sospecho que de por sí ya es una postura creíble para que el actor quede al margen de las clásicas etiquetas que tanto nos gusta adjudicar. Hay que reprobar cualquier acto que atente contra la integridad de las personas y más si ocurre en el ámbito laboral. Abusar del mal entendido poder que te otorga una dirección agrede psicológicamente a los que lo padecen. Habitualmente tendemos a mirar en otra dirección porque no le concedemos la importancia necesaria pero los compañeros de trabajo deberían significar el apoyo indispensable para que esos hechos no vayan a más.

Al actor le honra su actitud y eso que, en el colmo del esperpento, se le ha incluso señalado por su participación en la serie Aída porque para algunos destilaba machismo y racismo por los cuatro costados, sin tener en cuenta que era una comedia de ficción que resaltaba los rasgos más carcas y retrógrados de nuestro país. Esto otro, la denuncia de la Fiscalía, es la cruda realidad. No saber diferenciarlo produce vergüenza ajena. El actor tiene todo el derecho del mundo a creer a 14 personas, algo que no parece casual porque la conciencia de uno mismo no precisa de sentencias.

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