De inmediato, me vino a la cabeza una novela llamada «Zonas húmedas» de Charlotte Roche publicada por la editorial Anagrama hace más de 15 años. En ella, una adolescente profundiza sobre aquello que incluso le produce asco y actúa como el político alemán, Martin Neumaier, lamiendo retretes de baños públicos. Si bien leerlo no me causó repugnancia, el verlo en acción me produjo una extraña mezcla de risa, pudor y cierta aprensión, pero, bueno, cada uno disfruta como quiere o como le dejan, cosas peores hemos visto en el mundo de la política. Como generalmente no vemos cómo meten las manos, en este caso la lengua, en la mierda, no nos causa tanta grima.
Martin Neumaier comenta que era una suerte de castigo sin extenderse más. Quizás sería una manera de corregir según qué actitudes políticas: usted, que no ha cumplido con lo que vendía durante la campaña electoral se va literalmente a tragar la mugre de sus palabras. Es solo un apunte. Castigo más bien podría ser que el Tyson de los viejos tiempos te apalizara encima de un ring. Pese a que Tyson sigue siendo Tyson, cuenta con 58 años y su próximo rival, veinte años después de su retirada, tan solo 27.
El YouTuber, Jake Paul, cruzará guantes con Tyson este verano, y si en décadas pasadas parecería simplemente un suicidio, en la actualidad no sé qué decir. Parece puro teatro, pero Jake Paul, un bravucón que lleva ya unas cuantas peleas en el ring, es corpulento, alto y ha aprendido a pelear. Y si todo eso se la refanfinflaba al Tyson de los 20 años, ahora con casi 60 podría ser perjudicial para su salud. La mayoría pondría un grito en el cielo si un chico de 20 fuera a pelear con un hombre de 60, pero tratándose de Tyson la gente cambia radicalmente de actitud. Se nos ha quedado en la retina aquel tipo indestructible que contaba sus combates por nocaut. Sin embargo, el Tyson actual es amigable, simpático, tal vez moldeado por el paso del tiempo y no creo que se le ocurriera arrancar una oreja a Jake Paul.