Hace exactamente un año, la izquierda balear estaba convencida de que Francina Armengol sería hoy la presidenta del Goven. El día 26 de mayo acababa la campaña electoral y los miembros de aquel gobierno de izquierdas se fueron a dormir pensando en el relax de la jornada de reflexión y seguros de repetir victoria en las elecciones que se celebraban dos días después. Sin embargo, las urnas no les dieron la razón y quien finalmente ocupa el sillón del Consolat de Mar no es Francina Armengol, sino Marga Prohens. La victoria de Prohens fue menos sorprendente para analistas, que ya apreciaban un desgaste general del PSOE en toda España y ganas de cambio en las comunidades autónomas, pero muy pocos se habrían atrevido a pronosticar que lograría gobernar sin Vox, como así fue finalmente. Fue su mantra electoral y consiguió su propósito tanto por méritos propios como por el hecho de que Santiago Abascal no quiso dar poder a unos diputados de Vox de los que no se fiaba, unos recelos más que justificados, como se vio poco después.
Los inicios de Prohens no fueron nada fáciles hasta el punto de que tuvo que anular los festejos de los 100 días de Govern porque sus socios le dieron el primer toque serio con el techo de gasto. Vox ha seguido importunando y poniendo problemas y a punto estuvo de provocar una grave crisis institucional que hubiera salpicado a Prohens, pero la presidenta salió indemne de aquel chapucero golpe contra Gabriel Le Senne. El resultado de todo aquello es que Vox está más débil y el PP, más fuerte. La encuesta que hoy publica este diario muestra que eso es bueno para Prohens, pero no extraordinario porque los problemas con otro de sus socios, el diputado de Formentera, aún le sitúan muy lejos de aquellas aplastantes mayorías de Gabriel Cañellas, Jaume Matas y hasta José Ramón Bauzá.
Pero si algo parece claro es que, a pesar de esas disputas con sus aliados en el primer año de legislatura, el poder de Prohens ha ido afianzándose. La presidenta está hoy más consolidada que cuando fue elegida, aunque estos 365 días han dejado dimisiones, errores muy graves en la elección de algunos altos cargos, situaciones ciertamente incómodas que podrían haberle pasado factura y decisiones de gobierno, muchas en materia de lengua, que son controvertidas y generan un gran rechazo social, como demostró la OCB hace unos días. Pese a todo, la encuesta deja entrever que Prohens gana más y que la oposición pierde más, al menos el principal partido de la oposición. Ahora ha llegado el gran giro estratégico de la presidenta. Ha cogido la bandera de la lucha contra la saturación y le ha robado la cartera a la izquierda: antes de que le culpen de ser la causante del problema, ha virado para tratar de mostrarse como la que lo soluciona. El PP sabe que no caerá del Govern por el catalán, pero que sí puede hacerlo si no se toman medidas –o se aparenta que se toman– para acabar con la saturación. Ha robado la cartera y el marco del debate político. Tiene tres años para demostrar que va en serio.