Según los informativos y tal como repiten todos los comentaristas, esta será la semana clave para Catalunya, una semana histórica en la que se decidirán las laberínticas y brumosas negociaciones entre ERC y el PSC para investir o no investir al señor Illa president de la Generalitat. Parece que todo depende de que los soberanistas consigan una financiación singular; si logran ser singulares, se investirá al socialista españolista, si no, no. Esta condición obliga al PSOE, y de ahí la dificultad de la negociación, a tremendas cabriolas filosóficas capaces de definir una singularidad que a la vez sea plural, algo que ni siquiera Simone Biles logra en la barra de equilibrios. ¿Y por qué esta semana, si aún queda mucho tiempo? Ah, porque ERC ya fijó unilateralmente el 31 de julio, que es hoy, como límite para el acuerdo. Claro que, si vamos a fiarnos de lo que diga ERC…
Bueno, es igual, porque en Catalunya casi todas las semanas son clave, muy históricas, y eso es algo que ya no interesa ni a los catalanes. Aquí lo que interesa es el último alarde escénico del señor Puigdemont, que en su afán por boicotearlo todo, se marcó un tango melancólico a la manera de Gardel y prometió volver para la investidura (y sucesivas elecciones, ojo), caiga quien caiga y salvo golpe de Estado. Entendiendo por golpe de Estado, naturalmente, que él mismo fuese detenido. En cuyo caso, igual que si no es elegido president, tumbaría de inmediato el Gobierno de Madrid. ¡Volver…! Con la frente marchita, febril la mirada, la nieve del tiempo en el flequillo. Hasta la prensa catalana más nacionalista ha recordado el tango de Gardel, ignoro si como ironía o como homenaje. ¿Cómo quieren que lo sepa yo? Estoy sin un céntimo desde el siglo pasado, y todavía no sé por qué. Cómo voy a conocer esos intríngulis de la alta política. Por otra parte, Puigdemont también dijo que se retiraría si no ganaba, y ahí lo tienen, con la frente marchita pero galleando. Igual que Gardel en la peli «El día que me quieras». Si nunca admitió que huyó como un cobarde dejando tirados a los suyos, cómo va admitir su derrota electoral. Aquí no hay más clave ni más historia que él. Y volverá, salvo golpe de Estado.