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En política se puede hacer de todo menos el ridículo

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Retorno a mis artículos tras dos semanas de ausencia vacacional, que a la postre me permiten una amplia perspectiva de la última bufonada del Sr. Puigdemont. Un personaje que representa la peor manera de hacer política que se ha visto en años, que, además ha dejado en el albañal de la historia policial a los dirigentes de los mossos d'escuadra.   

Fíjense que tras casi diez años de hacer «el nota» por Europa, después de haberle reclamado de todas las formas posibles sin que la justicia europea atendiera a la justicia española, resulta que teniendo a Puigdemont en España, concretamente en Barcelona, en vez de detenerle nada más pisar tierra española, un «enjambre» de mossos le pierden los pasos, cosa muy difícil de creer, igual que creerse que la justicia es igual para todos, mientras hay en la cárcel presos que llevan años y los que les quedan por bastante menos de lo que ha hecho este negado de la política.

La  verdad es que me cuesta tener que aceptar que haya independentista de corazón y esperanzados en sus legítimas aspiraciones, que sigan a semejante «cantamañanas», un sujeto que enfanga todo lo de honrado, bello y necesario que la política representa. Si para ser dirigente político tuviera que pasar un examen de dignidad    y decoro, Puigdemont suspendería por pura coherencia.

No creo que el Sr. Puigdemont haya leído la historia del bandolerismo en Andalucía, gente de mal vivir que infectaban los cruces de caminos con sus tropelías, y que si subsistían era porque unos pobres campesinos les protegían por el miedo que causaban sus crueles venganzas si se sentían desprotegidos.

A Puigdemont, salvadas sean todas las distancias, se le protege por ignorancia. Un individuo así no está capacitado para dirigir ningún procés, ya que lo que más distingue al necio del hombre de talento, es que el necio siempre está satisfecho con lo que hace.

He leído en la prensa, incluso extranjera, lo de la última huida de Puigdemont; la verdad es que ha creado un personaje al que es de una aplastante estupidez seguir apoyándole en sus torpes, más que torpes, vergonzosas andanzas. Es usted un egocentrista pregonado, dejando una vez más a unos «ilusos» en la estacada y a unos responsables de los mossos, que para esas fechas en que acostumbran a concederse medallas, se han hecho acreedores a la medalla de hojalata de la inutilidad más absoluta. Su procés Sr. Puigdemont, no ha sido más que una deriva delirante, encabezada por quien prefiere huir que apencar con las consecuencias de sus actos.

Usted no es un perseguido político por mucho que se empeñe, usted es otra cosa, y no se lo digo por si lo contempla el Código Penal.

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