Sobre una elevada y sugestiva meseta situada cerca de la ciudad episcopal de Solsona y por otra parte no lejos del acreditado conjunto medieval del famoso castillo de Cardona, se encuentra un célebre santuario de la Virgen María, donde felizmente nos hemos reunido un buen grupo de los sacerdotes de Menorca con la finalidad de practicar una experiencia de espiritualidad bajo la guía del acreditado monje de Montserrat, Padre Jordi Castanyer. Lo que intento en este escrito es dar a conocer algunas peculiaridades interesantes de la historia, el arte y la tradición de vida cristiana tal como se han ido desarrollando en este esclarecido santuario.
El origen histórico de este lugar sagrado se inicia con una de las abundantes mariofanías, o sea, apariciones de la Virgen María que se han producido en diversos lugares del mundo cristiano, y acerca de este santuario del Miracle existen unos testimonios verídicos, gracias a que el obispo de la Seu d'Urgell Arnau Rogel de Pallars al efectuarse la primera de estas apariciones de la Virgen el día 3 de agosto de 1458, ya muy pronto dispuso que se efectuara un proceso informativo de los acontecimientos con manifestaciones de los principales testigos.
La Virgen, en efecto, se apareció diversas veces a dos niños de la masía llamada la Cirosa, cuyos nombres eran Celdoni y Jaume. El principal mensaje que la Virgen les comunicó fue el de que transmitieran al pueblo la necesidad de convertirse acercándose a Dios, como lo expresó uno de ellos en el interrogatorio con estas palabras de la Virgen: «Digues al poble que fassen professons, e que les fassen devociossament, e que es confessen e que es convertesquen e que's tornen a la part de Déu».
La figura de la Virgen al aparecerse les parecía como de una niña muy bella y con cabellera larga, y llevando una hermosa cruz pendiente del cuello. En consecuencia, por lo visto, los feligreses se inclinaron a la part de Déu. En 1553 se instauró un albergue para los peregrinos. En 1590 se edificó una nueva iglesia, y en el siglo XVIII se construyó el templo actual con su espléndido retablo barroco.
La nueva iglesia era de un estilo renacentista sobrio y elegante, pero el gran retablo que se destinó al ábside o presbiterio y que felizmente subsiste, es un ejemplar de los más maravillosos del arte barroco español que reluce con una exuberancia de adornos, con el finísimo esplendor de un exquisito dorado y con una artística colección de abundante imaginería del santoral cristiano y de muy inspiradas figuras angélicas. El autor de este magnífico retablo fue el famoso escultor Carlos Morató, que durante seis años trabajó incansablemente en la obra que finalizó en 1757, siendo su tamaño de 13 metros de amplitud 24 de altura y 8 de profundidad.
El retablo presenta una singular profundidad que hace posible la situación de una cámara a donde pueden subir y luego bajar los fieles mediante dos escaleras insertadas en el seno del retablo. Allí se venera una imagen de María con el niño Jesús, talla del siglo XV que ya era venerada en la parroquia del lugar, dedicada a san Martín, en el tiempo de las apariciones. Al fondo de este lugar encumbrado aparece un mosaico representando a la Virgen apareciéndose a los dos niños de la Cirosa.
Las principales imágenes, desde abajo hacia arriba representan a san Pedro y santo Tomás, san Juan bautista, san José, san Ramón nonato, san Esteban, el arcángel san Rafael con el joven Tobías, y San Miguel arcángel. Además una representación de la virtud de la fe y otra de la esperanza. Finalmente en lo más alto del centro y entre dos ángeles destaca la figura del patrono parroquial san Martín
En las inmediaciones del famoso santuario del Miracle se encuentra una pequeña capilla o ermita a la que se aplica el curioso y significativo nombre de Capella de la Desaparició, que hace referencia a una tradición de que allá la Virgen se apareció por última vez a los niños o muchachos (vailets) de la masia la Cirosa, los cuales tan amablemente se había entrevistado con la Virgen y le habían acogido amorosamente y cumplido fielmente sus encargos. El P. Ramon Ribera-Mariné en su hermoso libro sobre el Miracle aplica de algún modo a estas apariciones de la Virgen unas palabras de san Bernardo que dicen: «En los peligros y en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón, y para conseguir los sufragios de su intercesión, no te desvíes de los ejemplos de su virtud» (Sermones sobre la Virgen Madre,2,17).