La política irresponsable ha conseguido que la inmigración sea vista por los españoles como el principal problema que tiene nuestro país. Al menos es lo que dice la encuesta del CIS. Es el tema central de la campaña electoral en Estados Unidos, con un Trump que trata a las personas que llegan de otros países como a delincuentes. Es el primer argumento electoral de los partidos de extrema derecha. Incluso la UE está analizando el modelo de Italia, de momento fracasado por orden judicial, de llevar a los irregulares a centros de internamiento en Albania, con un coste de 18.000 euros por expulsado.
Lo que parece evidente que esta contaminación política impide afrontar el debate de una forma civilizada. Ver cómo nos afecta el cambio social que provoca la inmigración, en el empleo, la cultura, la vivienda, la economía, la atención social. No dispongo de capacidad ni espacio suficiente para resumir este análisis en este texto breve, pero puedo explicar un ejemplo de cómo afecta la inmigración en Menorca.
Una familia de la Isla tiene a la madre mayor, cerca de los noventa años, con un proceso de deterioro físico y cognitivo grave. Necesitaría entrar en un centro geriátrico o al menos en un centro de día. Pero es imposible. Para hacerlo, la valoración de dependencia debería alcanzar unos 95 puntos sobre 100 y ella está muy lejos de ese nivel. Como le pasa a la mayoría de gente, los que figuran en una lista de espera eterna o que ni tan solo se apuntan ante las nulas perspectivas. Solo queda la opción de contar con alguna persona de apoyo en casa. Y han encontrado a una mujer de un país de Suramérica, que lleva un año en Menorca, que no tiene papeles, y que espera que transcurra el tiempo para normalizar su situación. La familia agradece poder contar con ella. Y la señora mayor también. Y también está agradecida con los servicios de atención social que le han facilitado contactos de estos inmigrantes sin papeles tan necesarios.