El escándalo de (presunta) corrupción que sacude a la cúpula estatal del PSOE y por extensión al Gobierno está dejando sin discurso político a Pedro Sánchez y la pléyade de aduladores que le acompaña, cada día aparecen nuevos indicios de los comportamientos ilícitos de la banda que lideraba Santos Cerdán y en la que José Luis Ábalos, junto con Koldo García, obtenían pingües beneficios con las adjudicaciones de obras públicas en toda España. El argumento de la fábrica del fango y de los bulos se ha esfumado, la investigación de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil no se sostiene en conjeturas y especulaciones; el contenido de las grabaciones es demoledor.
El golpe judicial ha noqueado al PSOE y al Gobierno. No hay salida posible ante la contundencia de la documentación que se ha incautado en los registros, los socialistas tratan de recuperar el resuello en el tiempo de descuento, llegar al mes de agosto como sea y que en otoño las eventuales sentencias de los casos de corrupción en los que está involucrado el PP les salve. Es inútil. El certero zapatazo que lanzó desde su escaño Gabriel Rufián (ERC) a Sánchez es una clara advertencia de que esta legislatura ya ha acabado, la situación es insostenible; más cuando los recursos del mago ya se han acabado.
En la historia reciente de España no es posible encontrar un presidente del Gobierno tan ególatra como Pedro Sánchez, capaz de recurrir al mesianismo más infantil para aferrarse al poder: solo yo puede salvar al país de la derecha y la extrema derecha. Un demócrata de verdad convocaría elecciones ante una situación como la actual, él recurre a la fe y el miedo. Esta actitud confirma que está acorralado y que seguir en el poder es un mecanismo de defensa para lo que está por venir. Apelar a que el PP también tuvo su pasado corrupto no oculta el presente hediondo del PSOE, aunque tampoco puede quedar en el olvido la trayectoria histórica de los socialistas desde Flick, Filesa, Malesa, Time Export sin olvidar los ERE andaluces. En el tema de la corrupción hay plancha para todos.
Pretender que los ciudadanos crean que Pedro Sánchez ignoraba las tropelías de quienes fueron sus dos secretarios de Organización es una estupidez supina o la confirmación de que el país está gobernado por un incompetente de tomo y lomo. Con lo que ya se sabe, la cuestión es saber cuánto tiempo es capaz de prolongar el PSOE la agonía del actual Gobierno. Recuerden que Ábalos ya ha dicho que está dispuesto a pactar con los fiscales. Ojito.