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Les coses senzilles

Las chuches

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Las golosinas para niños de antaño se llaman hoy en día chuches. En tiempos solían consistir en caramelos que algunos chupaban en el cine hasta hacerlos desaparecer y otros aplastaban con inclemencia para alcanzar el relleno interior. Incluso había quienes masticaban los caramelos de café con leche, que tenían tendencia a pegarse al paladar y entre los dientes, con lo que se las veían y deseaban para despegarlos. Pero los caramelos eran exquisiteces de lujo. Algo más asequibles eran los cacahuetes, que se consumían chafando la cáscara entre los dedos y dejando el patio de butacas hecho un asco, a base de una capa crujiente que al ser pisada recordaba el caparazón de los insectos provistos de élitros. Otras delicias eran las chufas, que se hinchaban en remojo y sabían a horchata, aunque entonces ni siquiera lo sabíamos.

Nosotros las llamábamos xufletes, igual que a las azufaifas las llamábamos gínjols y lo cierto es que nos costó aprender ese nombre de ecos poco menos que moros. Entre todas esas finuras destacaban las rajas de coco, por lo exótico, y desde luego adquirir un coco, pelarlo, atar un cordel sobre la cáscara y martillarlo todo alrededor hasta abrirlo y verter el jugo interior nos parecía cosa de las viñetas de aventuras del Tebeo. Ya ven, hoy esos dulces irresistibles que alegran fiestas, meriendas y antojos espontáneos se llaman chuches. No sé si la palabra viene de chuchería, o si se refiere a algo pulido y delicado. Suelen estar hechas principalmente de azúcar o jarabe de glucosa, y pueden tener texturas muy variadas: desde blanditas y elásticas como las gominolas, hasta crujientes o masticables como los caramelos. Además del dulzor, lo que las hace tan atractivas son sus colores vivos, formas divertidas y sabores intensos, que se logran con colorantes y aromas, tanto naturales como artificiales. Algunas llevan gelatina o pectina para darles consistencia, y otras incluso tienen rellenos, frutas o recubrimientos especiales.

Pero hoy la palabra chuches aparece como símbolo o metáfora política, desde que, durante la campaña electoral de 2011, Mariano Rajoy, entonces candidato del Partido Popular, dijo en un mitin: «Voy a bajar los impuestos a todos, también a los que compran chuches». La frase se volvió viral y fue muy comentada porque usaba un ejemplo cotidiano y trivial para hablar de política fiscal. No puedo resistirme a reír imaginando a todo el Congreso de los Diputados masticando chuches, incluso al hablar desde la tribuna.

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