Han sido casi siete meses, que son los que van de los últimos días de diciembre del pasado año a estos de julio, que han servido para preparar lo que se ha vivido esta última semana en el Parlament con la aprobación de los Presupuestos a los que Vox dijo no en 2024 y con la remodelación que anunciaba la presidenta Prohens el viernes para «tomar impulso» de cara a las elecciones de 2027.
Ilustración: Zaca
No hay ningún motivo para agitar el trampantojo de un anticipo electoral en Balears porque la presidenta del Govern, Marga Prohens, tiene la suficiente estabilidad para llegar a 2027. Ya sea con Vox o con lo que quede de ese grupo que empezó con ocho escaños y ahora tiene cinco. Ni Idoia Ribas –que ha consumado su baja– ni Xisco Cardona ni Agustín Buades están más próximos a la izquierda que al PP. De hecho, hay quienes reprochan a Manuela Cañadas –de momento, portavoz de Vox, pero en ese partido nunca se sabe– su paso por el PSOE. Ese hecho, su militancia en el partido socialista por un breve tiempo, incluso llamó la atención a Ábalos cuando compareció ante la comisión del Parlament sobre el ‘caso Koldo’.
«Vete al PSOE», cuentan que le dijo Idoia Ribas a Cañadas el último día que la primera acudió al Parlament. Las dos diputadas se cruzaron gestos de desprecio y expresiones tipo «barriobajera» o «sinvergüenza».
Es cierto que ambas diputadas no han hecho ningún esfuerzo por ocultar el enfrentamiento, pero este va más allá de una disputa entre dos. Ribas y Cañadas reflejan dos modos de entender el partido. «No soy un saco de boxeo», comentó en abril la diputada Ribas –que continuará en el Parlament como no adscrita– cuando decidió marcharse de Vox. En mitad del duelo entre las dos diputadas, Prohens ha cambiado el Govern. En el fondo, a la presidenta le da igual que una parte de Vox ponga el espectáculo. El PP pondrá la política. Y si necesita a Vox, contará con Vox. Lo sabe Feijóo, lo sabe Prohens.