Venga, veamos... El pasado lunes dia 14 salimos de casa sin saber muy bien adónde ir. Para romper la rutina. Sería sobre las 7 de la tarde. Algunas veces lo hacemos. A veces conviene salir sin destino preconcebido para recordar tiempos de locura en los que algunos jóvenes se iban al aeropuerto y compraban un billete para subirse al primer avión en el que hubiese plazas libres... sin importar cuál fuese el destino. Lo esencial era largarse cuanto antes. Eran los ‘last minute flights’ (vuelos de último minuto), siempre con un destino incógnito y normalmente a muy bajo precio. Tiempos de libertad, imposibles hoy cuando todo está supeditado a las reglas de la previsión de internet.
Más. Ir a la aventura puede ser divertido para algunos, pero no para los cuadrados que lo tienen todo estupendamente estructurado. La incertidumbre a veces incentiva la libertad. Sí, depende, todo depende.
Pero bueno, regresemos al tema. La cuestión es que nosotros aquel día, al final, nos decidimos por visitar Isabella, un local de verano típico de Ibiza aunque situado en Ses Platges de Fornells. Todo ahí es de un color blanco radical menos los bronceados de la gente que lo llena. Hacía pocas noches habíamos cenado con uno de los propietarios, buen amigo nuestro, y nos dio por ir ahí. Y encontramos los precios de sitios parecidos, un buen servicio y un excelente Aperol Spritz. Y las magníficas vistas sobre la bahía de Tirant y la costa norte de la Isla. Inmediatamente me cercaron los recuerdos de Hans Hartung y su mujer Eva Bergman que vivieron allí, sobre la colina, y donde fueron acusados de ser espías alemanes. ¡Menos mal que intervino mi abuelo, su amigo! También recuerdos del Benil, el barco que se hundió ahí mismo cuando su capitán turco se despistó y lo chocó contra aquellas rocas. ¡Ah, y también para Matoff, el judío que comenzó la urbanización y trajo los primeros cactus!
Para una persona de nuestra edad la única pega era la música electrónica que inundaba la tarde aunque, reconozcámoslo, parecía ser del gusto de la gran mayoría de los clientes que cenaban ahí. Cada edad tiene su música y sus héroes artísticos que la identifican. ¡Qué le vamos a hacer!
En revancha, y para cambiar de ambiente, decidimos atravesar la isla e ir a Cala en Porter porque recordamos que los lunes tocan los Soul Brothers en el Aloha, un local de los más emblemáticos e históricos del lugar. Me recuerda la época de Sa Galera original (de la familia Smith que después devendría en un ‘chino’ hasta su decadencia final), los comienzos de El Castillo (con su estética de embajada castellana en Menorca), el original restaurante francés La Pallette (adonde se iba especialmente para admirar la belleza ofensiva de la mujer inglesa del propietario francés), los barecitos ingleses siempre llenos de barrigas cerveceras y miradas lascivas, los after-hours de madrugada en la playa... acordados y pactados antes en Sa Cova, etc. Sí, todo empezó en los setenta cuando la cuarta dominación británica en la Isla: cuando Cala en Porter era un feudo británico. Hoy varios descendientes de aquellos pioneros hablan menorquín. Cosas del paso del tiempo.
Sigamos. El grupo de soul en cuestión está formado por sudafricanos, alguno de ellos residente en la Isla. Cantan todo tipo de canciones soul, desde los Temptations o Four Tops a James Brown, pasando por versiones de Las Supremes o los Isley Brothers. Y lo hacen muy bien, incluso adornan sus canciones con la coreografía propia de este tipo de música. Esta vez (hace años que les hemos venido viendo en Es Grill, Sa Païssa...) me sorprendieron con una excelente versión de «You never can tell» de Chuck Berry (la canción que bailan Uma Thurman y John Travolta en «Pulp Fiction»). Es un grupo que siempre consigue abarrotar la pista de baile sin demasiado esfuerzo. Sobresalen sus excelentes versiones de temas como «This old heart of mine», «All night long» o la disco «Oh! What a night! Por cierto, observo que casi toda la clientela es extranjera, principalmente británica, aunque con algún toque francés e italiano, y con dos mesas de menorquines, una con tres parejas de mahoneses y otra con una de Alaior. Bueno, Aloha sigue siendo Aloha. Buen local, buena música y buenos cocktails de los que personalmente recomiendo el de coco. Un atardecer estupendo en un estiu rigorós.
NOTAS:
1- Dejo constancia de que el texto original de mi artículo de la pasada semana ponía claramente ‘joc mahonès’ en lugar de joc maonès, que fue lo que misteriosamente apareció publicado. ¡Que conste!
2- Muelle de Levante, Puerto de Mahón: la poquísima gente paseando constata la crisis que afecta a esa zona a causa de la falta de aparcamiento y a la imposición de una ridícula circulación de dirección única. ¡Qué pena!
3- Actualidad: Rocío de Mer es nieta de Carlos de Mer Ribera, último gobernador franquista de Balears (1974-76), quien dio un mitin en la Plaza de San Francisco de Mahón a principios de la Transición. Lo hizo de la mano de Arturo Robsy, nuestro recordado amigo de curso, que devino en cabeza visible de Fuerza Nueva en Menorca. Era hijo del Coronel Robsy y padre de un político actual, viajero por más señas.
4- Un recuerdo para Manolo de la Torre Uhler. Fue colaborador mío durante años y un buen bisutero. Mis condolencias a sus hijos y a su mujer Celi, que también trabajó en la empresa. Descanse en paz.
5- Denuncia de la UE: La amnistía sobre el 1-O busca un beneficio privado y particular, no un beneficio general.
6- Catalán en Europa: La UE, harta ya, no aplazó su aceptación sino que la rechazó por séptima vez.
7- ¿Por qué se presenta como ‘una cosa mala’ querer que los inmigrantes, siempre necesarios, lleguen por vía legal y debidamente documentados para evitarles el peligro de morir en el mar?