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Alemania, adónde vas?

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Alemania, la gran y celebrada economía europea, se halla en recesión. Los años 2023 y 2024 decreció un 0.30 y un 0,20%. La previsión (media) de crecimiento para este año va del 0.1 al 0.4%. Saliendo, pero sin tirar cohetes, y con el gran riesgo de cómo va a terminar la guerra de los aranceles.

Friedrich Merz, el canciller, ha decidido romper con el dogma de la deuda. Ha anunciado un Plan de Choque de 0.5b€ y la puesta en marcha de un Fondo dotado con 0.8b€ a 12 años.

Después de la IIª Guerra Mundial Alemania aprendió del desastre de la República de Weimar y decidió mantener, comparativamente, niveles bajos de deuda pública sobre el PIB y el menor déficit fiscal (0.53%), con sus economías competidoras: Japón 231%, Francia 128, EEUU 128, RU 106, España 102% y Alemania 74.8%.

A partir de la reunificación se empezó a hablar del «milagro alemán». Un país especializado en la industria del automóvil e ingeniería mecánica y química. Las interesantes empresas medianas (mittelstand), su sistema social de acuerdos empresa-sindicatos, un país donde el éxito se medía en el poder de las empresas y la ideología económica se reflejaba en la industria.

El largo periodo de bienestar duró hasta la covid-19, que rompió las cadenas de suministro y sobre todo con la invasión de Ucraina, donde se vio con crudeza las debilidades del sistema.

El periodista Wolfgang Münchau, en «Kaput» lo expone con crudeza. Se trata de una población envejecida, «más de la mitad de los votantes supera los 53 años de edad, la población mayor de 60 años duplica el número de recién nacidos». La degradación de las infraestructuras es palpable, el precio de la energía para los hogares es de los más caros de Europa, y, además de tener que superar la recesión, han decidido dedicar ¼ de su presupuesto a Defensa.

Ha apostado mal al no diversificar el suministro de energía, en el corto plazo, por el gas ruso y no estar atento a las tecnologías digitales. En 2020, solo un 33% de los alumnos alemanes tenían acceso a Internet, en la OCDE era del 54%. Déficits similares también en carreras STEMs y ranking PISA.

Las conexiones de fibra óptica eran del 10% en Alemania, mientras en la OCDE eran del 35%, en Francia del 51% y en España ¡del 81%! La especialización industrial alemana (el automóvil es el 20% del valor añadido industrial) le está jugando una mala pasada en el nuevo contexto internacional.

Alemania ha jugado mal sus cartas en la tecnología, la geopolítica y la economía. La tecnología se quedó lejos del iphone, de la web 3.0, de los grandes datos y del desarrollo digital. En geopolítica la apuesta por el gas ruso barato y la no diversificación (hay que mirar como contraste el caso español) le han llevado a la recesión, y la globalización, que en una primera etapa le fue muy bien con sus exportaciones a China, con la covid se dio cuenta de su fragilidad, los microprocesadores dejaron de llegar.

A todo ello se añade la falta de un verdadero mercado financiero y de capitales, la crisis de las cajas y los Landesbanken, junto a la carencia de start-up’s.

La frase de    Münchau resume bien la actual situación: «La falta de pensamiento geopolítico es un rasgo muy común entre las élites políticas alemanas, porque externalizan toda noción de riesgo político». Podría añadirse también que el sistema político de gobiernos de coalición ha restado fuerza a la oposición, acentuado con una praxis muy común de puertas giratorias intensas.

El modelo de crecimiento alemán basado en las exportaciones, en no endeudamiento, en la concertación social, en el «corporativismo» empresa-Estado, contrasta con las tesis de Paul Krugman, que ya desde los años 60´s viene insistiendo en que el beneficio real del comercio llega a través de las importaciones, no de las exportaciones. Estas «pagan» lo que necesita un país y no puede producir. Le dan diversidad, innovación, mejoras, tecnología…

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