Desde los viejos westerns a las pelis de espías, agencias secretas, policiales, conspiraciones para apoderarse del mundo y thrillers de acción, es decir, historias de buenos y malos, los americanos, entendiendo por americanos a los estadounidenses, siempre quieren ser a la vez los buenos y los malos. El pérfido pistolero que domina al pueblo y el forastero pacificador que le vence. El agente secreto que pelea con terroristas extranjeros, y resulta que tales terroristas son patriotas americanos de otra agencia más secreta todavía. El poli honesto que tras muchos asesinatos y persecuciones descubre que no combate delincuentes, sino polis corruptos de alto rango.
Qué sorpresa, los buenos y los malos son ellos mismos. Es una ley de Hollywood, y qué hay más americano que Hollywood. Así que si el protagonista investiga algún oscuro complot para matar al presidente de EEUU, lo más probable que ese complot lo lideren sectores militares del Ejército, o empresariales, o políticos. Parece que los americanos, incluso en sus ficciones, no toleran que nadie les reste protagonismo, y del mismo modo que todas las invasiones extraterrestres empiezan en Washington o Nueva York, y después ya salen platillos volantes sobrevolando las pirámides de Egipto, tanto el héroe como los malos que intentan destruir el mundo tienen que ser más americanos que el Golfo de México.
Esto, además de a narcicismo supremacista y un afán de protagonismo casi sobrehumano, podría deberse a que se conocen muy bien, se tienen muy calados a sí mismos, pero también a una cultura del doblepensar, tal como definió ese concepto George Orwell en su célebre distopía 1984. Capacidad de sostener dos creencias opuestas al mismo tiempo. Así las narraciones americanas pueden copar todo el espectro moral, desde el héroe que salva al planeta a la mayor de las vilezas. Por si fuera poco, en sus películas suelen salir niños totalmente insufribles, por lo que en el futuro, cuando crezcan, aún será peor. Y ahora que lo pienso, me suena este párrafo que acabo de hacer. Igual me estoy repitiendo, al estar ahora tan de actualidad EEUU, y ya dije algo parecido. O quizá sólo es un rasgo de estilo. Cómo lo voy a saber.