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Les coses senzilles

Las moscas

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Las moscas son criaturas diminutas, zumbantes, persistentes, y molestas. Pero también son testigos silenciosos de la vida cotidiana, de los veranos calurosos, de las cocinas, de los campos y establos. Su presencia forma parte del paisaje doméstico y rural, y ha inspirado a poetas, músicos y viajeros. Las moscas tienen una vida breve pero intensa, apenas unas semanas, pero en ese tiempo pueden poner cientos de huevos, alimentarse de restos orgánicos y recorrer habitaciones con una agilidad que desafía cualquier intento de expulsarlas. Su sistema visual, compuesto por miles de omatidios, les permite detectar movimientos con una precisión asombrosa. Por eso, cuando uno intenta espantarlas, se escapan justo antes del golpe. Pocas obras han captado la esencia de las moscas como el poema de Antonio Machado, titulado precisamente «Las moscas». En él, el poeta evoca con ternura y melancolía la presencia constante de estos insectos en su vida: «Vosotras, las familiares, inevitables moscas, vosotras, moscas vulgares, me evocáis todas las cosas». Machado las convierte en símbolo de la memoria, de la infancia. Son testigos de lo cotidiano, de lo íntimo, de lo que permanece cuando todo cambia.

Una vez viajé a Lagartera, un pequeño pueblo de la provincia de Toledo, acompañando al pintor Jaume Fedelich. Era un día sol legañoso, y las moscas campaban a su aire. Lagartera es conocida por su artesanía textil, sus bordados, que han sido reconocidos internacionalmente. El traje típico lagarterano es una joya del folclore español: elaborado, colorido, con faldas amplias, mantones bordados, y tocados elegantes. Es como una declaración de identidad. En la zarzuela «La del Soto del Parral», el coro canta con orgullo: «Lagarteranas somos, venimos todas de Lagartera y de Talavera». Este verso celebra la fuerza y el carácter de sus mujeres, su arraigo en las tradiciones. Las casas de Lagartera conservan el sabor de lo antiguo. Muros gruesos de piedra o adobe, patios interiores, portales amplios donde se reúnen las vecinas a charlar, coser y observar el paso del tiempo. Vi a una anciana que siempre vestía el traje típico lagarterano. Ante el portal, varias mujeres tejían con paciencia infinita. Un bebé dormía en su cuna, cubierto de moscas, sin que pareciera importarle. Pero ahora, cuando las moscas nos invaden, cerramos ventanas y ponemos el aire acondicionado. Todo se vuelve artificial, no dejamos entrar la vida por las rendijas, por no tener que convivir con las moscas.

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