El partido que apoya al Govern balear del PP, Vox, vive una mudanza permanente desde que empezó la legislatura. Inició la legislatura con ocho escaños y cuando se reanude el periodo de sesiones –el primer pleno se celebrará el 9 de septiembre– tendrá cinco. El pasado miércoles comunicó que el diputado Sergio Rodríguez sustituirá a María José Verdú y será portavoz adjunto; un puesto que no le viene de nuevo y que ya ocupó durante unos meses cuando, coincidiendo con la primera crisis –la derivada del rechazó a los primeros Presupuestos del Govern, los de 2024– sustituyó a Xisco Cardona, primer parlamentario que abandonó la nave. Desde entonces ha habido un continuo movimiento de sillas: el único que no se ha movido de la suya (y ha habido intentos, tanto del propio grupo como de los partidos de la oposición, y en algún momento con aparente apoyo del PP) ha sido el presidente de la Cámara, y de Vox en Balears desde julio pasado, Gabriel Le Senne.
Cuando la portavoz del grupo, Manuela Cañadas –la segunda portavoz desde 2023– formule su primera pregunta a Marga Prohens, quien se sentará a su derecha será Rodríguez y no Verdú que, aunque ahora forma parte de la ejecutiva que dirige Le Senne, un día le increpó desde de su escaño.
Del grupo inicial que intentó apartar a Le Senne de Vox y, como consecuencia, de la presidencia, quedan Cañadas, Verdú y Rodríguez. Ya no están en Vox ni Agustín Buades ni Idoia Ribas, que también participaron el intento. El grupo también buscó la expulsión de Patricia de la Heras, que sigue de momento (pero ya no es presidenta) y que ha ido moviéndose de escaño. Prácticamente todos los diputados y las diputadas de ese grupo (salvo Le Senne) llevan un permanente juego de las sillas. Ya se sabe, poco a poco va desapareciendo una. Otro ejemplo que vale para Vox es aquella novela de Agatha Christie que ahora se titula «Y no quedó ninguno» aunque su título original fue «Diez negritos».